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Actualizado: 11 de junio de 2025
Alude Lope al mito de Dafne, que la lectura de Ovidio, tan gustado en la Edad Media y en el Renacimiento, incorporó a la literatura moderna: la esquiva Dafne huye de Apolo, que, enamorado, la persigue; Dafne siente que el aliento de Apolo toca su cabello; pide a la tierra que la esconda en su seno o que destruya la belleza que causa su pérdida.
Juanito, que ya se había tendido en el sofá, se incorporó un poco y dijo: ¿Ha oído Vd.? Parece que ha sonado un tiro a lo lejos, en la calle. Será algún cazador que vuelve del monte y habrá disparado la escopeta a la entrada del pueblo. El niño, que sin duda no quedaba satisfecho con aquellas explicaciones, añadió: No, no, abuelito; yo oigo gritos y voces: algo sucede.
A las voces que le dió nuestro timonel, se incorporó lentamente y tras un largo esperezo y un no menos largo resoplido soñoliento, separó con la ayuda del tiquin su rústica embarcación, dejándonos paso en la corriente. He ahí, dije en mi interior, un ser que respira tranquilidad, salud y bienestar.
Vete, Sardiola dijo una débil voz desde el sofá; y Lucía abrió los ojos, y clavó su mirada en el camarero, con reconocimiento y autoridad. Pero señorita, eso de irme, y.... Vete, digo. Y Lucía se incorporó, tranquila en apariencia: Miranda oprimía en la diestra la faca.
Usted sabe muy bien que no soy rico añadió Pedro con cierta timidez. Para ella lo es usted... ¡pobre Beatriz!... y además... Aquí interrumpióse de súbito y preguntó a Pierrepont: ¿Qué dice de esto su tía de usted? No dice nada, porque nada sabe. La señora de Aymaret se incorporó bruscamente en su silla.
Pero el señor Fermín, el antiguo camarada, no era de éstos. Al verle se incorporó, cayendo en sus brazos, con ese estertor de los fuertes que se ahogan sin poder llorar. ¡Ay, don Fernando!... ¡Don Fernando!... Salvatierra le consoló. Lo sabía todo. ¡Valor! Era un víctima de la corrupción social, contra la que tronaba él con sus ardores de asceta.
Hubo un instante en que la alucinación de Moreno llegó a ser tan efectiva, que se incorporó, y cogiendo un libro que en la próxima silla estaba... «Mira, si no te marchas con tu pierna podrida...». Después cayó otra vez su cabeza en el sofá y se puso la mano sobre los ojos. «El infeliz se ha de buscar la vida de alguna manera.
Inmediatamente después separó las manos sin que opusiera resistencia la cinta que las ataba, y cerrando ambos puños se frotó con ellos los ojos, como es costumbre en los niños al despertarse. Luego se incorporó con rápido movimiento, sin esfuerzo alguno, y mirando al techo, se echó á reir; pero su risa, sensible á la vista, no podía oírse.
Me encontraba sobre una balsa informe que amenazaba desbaratarse por momentos. Al verme en tal situación, corrí hacia Marcial diciendo: «¡Me han dejado, nos han dejado!». El anciano se incorporó con muchísimo trabajo, apoyado en su mano; levantó la cabeza y recorrió con su turbada vista el lóbrego espacio que nos rodeaba. «¡Nada! exclamó ; no se ve nada. Ni lanchas, ni tierra, ni luces, ni costa.
Al oír hablar, Laura se incorporó, retiró vivamente su mano de las manos de Julio y tendió los brazos a su amiga. Adriana se precipitó, la besó una y otra vez, y parecía no tener caricias bastantes para aquella pobre cara devastada por la pasión y por el sufrimiento. Laura sonreía. ¡Qué miedo tuve de que no vinieras! Estoy muy enferma, ¿sabes?
Palabra del Dia
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