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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Estoy muy inquieta por la salud de Cesarina, y por el casamiento de Susana, que cuenta ya cerca de veintiún años. En este momento, bien pocas riquezas podemos ofrecer a sus pretendientes. ¿Qué mayor riqueza que las virtudes que atesora su corazón y la belleza incomparable de su rostro?

Una oleada de fuego ha descendido hasta mi corazón. ¡Incomparable voluptuosidad! ¡Es un beso de Adela, la huella, la dulce huella de sus labios, la que reposa sobre los míos! ¡Oh! la conservaré entera, inalterable.

Benigno, a quien el retiro de su amo tenía la libertad mermada, le propuso llamar a Mónica, la incomparable cocinera que en situaciones menos graves había restaurado sus fuerzas. Don Juan le preguntó: ¿Recuerdas dónde vive? No, pero lo preguntaré. Bueno. Haz lo que quieras.

Desvanecida, pues, esta misión con incomparable dolor de todos los buenos, fué destinado á llevar la luz del Evangelio á los Chiraguanás, y abrir camino en otras provincias á tantos hermanos suyos, que conducidos de su mismo espíritu y celo habían de seguirle, para sembrar en ellas la semilla de la predicación evangélica, los cuales, para hacerla más fecunda, la habían de regar, no sólo con sus sudores, sino también con su sangre.

Los colombianos traían marcadas en las heridas de la carne, y muchos en las del corazón, las huellas del largo batallar en las llanuras de Venezuela y en los Cerros granadinos, contra la fuerza, la arrogancia y el valor españoles. Los argentinos recordaban la incomparable hazaña del paso de los Andes, cuando en las alturas donde mora el cóndor habían librado combates inmortales.

Arriba se ven las ruinas del incomparable Castillo, dominando con su asombrosa majestad todo el paisaje. Sobre la márgen derecha se destacan numerosas quintas de gracioso aspecto, dominadas por el cordon de cerros que determina la hoya del rio, cubiertos de abetos y encinas en su parte superior y de viñas y hortalizas hácia el pié de las faldas.

Su espesa y rubia cabellera ondeaba en tirabuzones a la inglesa. Sus ojos pardos y grandes, su nariz, sus dientes, su boca, el óvalo de su rostro, eran modelos de perfección; su gracia, incomparable.

La belleza incomparable de Atenas, lo imperecedero del modelo legado por sus manos de diosa a la admiración y el encanto de la humanidad, nacen de que aquella ciudad de prodigios fundó su concepción de la vida en el concierto de todas las facultades humanas, en la libre y acordada expansión de todas las energías capaces de contribuir a la gloria y al poder de los hombres.

Con esto, se fué, tan admirado del cuento y suceso de la ilustre fregona como de su incomparable hermosura.

Aun vuestra merced menos mal, pues tuvo en sus manos aquella incomparable fermosura que ha dicho, pero yo, ¿qué tuve sino los mayores porrazos que pienso recebir en toda mi vida? ¡Desdichado de y de la madre que me parió, que ni soy caballero andante, ni lo pienso ser jamás, y de todas las malandanzas me cabe la mayor parte! -Luego, ¿también estás aporreado? -respondió don Quijote.

Palabra del Dia

hociquea

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