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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Á espaldas suyas, no obstante, todas seguían sosteniendo que hubo maleficio. La que menos afirmaba que Soledad llevaba constantemente sobre el pecho una bolsita con pedacitos de oro, plata y coral, algunos granos de trigo y una piedra imán con raspaduras de acero.
Es fácil conocello dijo entonces la morisca, con acento claro y jubiloso; lleva siempre en el cinto una daga con vaina de oro guarnecida de diamantes de Krichna, de berilos de Khazbah, de perlas de El-Katif, y el pomo de la daga es de piedra imán y chupa toda la sangre de un hombre en un guiño de ojo.
Mas abajo del Ipané-miní, en 24 grados y 4 minutos, hallamos que la aguja miraba derechamente al norte: y no se puede atribuir á otra causa que á la cercania de algun mineral de fierro ó de piedra iman, de lo cual hay bastante en la jurisdiccion del Paraguay.
Si fuese al combate, colgára en mi lanza Con lauros de triunfo su leve crespon, Y altivo, animado de doble esperanza Seria de guerra mi sacro pendon. Si fuese marino, colgára ese velo Por vela á mi buque, por toldo á su iman, Y en calma mirando los astros del cielo Las iras burlára del negro huracan.
Cuando esto le dije, me miró con tanta ternura, y después me lo ordenó de un modo tan persuasivo, tan elocuente, que no vacilé un instante en hacer lo prometido, y salí dejándola al cuidado de Lobo. ¡Nunca tal hiciera, y maldito sea el instante en que me separé de aquel tesoro de mi vida, de aquel imán de mi espíritu!
Así lo asegura su historiador Muñoz, y así era la verdad, como se comprueba al ver las reflexiones que hace en su tercer viaje sobre estas alteraciones del imán. La misma sorpresa y cuidado de los pilotos y marineros es una prueba decisiva de que hasta entonces nadie había notado esta variación en las agujas.
Pero la proximidad de Rosalinda obró en su alma como un imán y modificó por completo sus resoluciones. Lanzó una rápida mirada sobre todo su vestido: su calzado, en verdad, aparecía lleno de polvo, pero ni su americana ni su pantalón habían sufrido gran cosa de su paseo a través de los bosques y su total apariencia era suficientemente correcta.
Ser quirido, por la bendita luz, quirido. ¿Conócesle tú? Conocierle mí, comprarmi dos rosarios él... de mi tierra dos rosarios, y una pieldra imán.
No hay duda decía Momo que mi abuela, que es la más aferrada curandera que hay debajo de la capa del cielo, tiene imán para atraer enfermos a esta casa. Ya va de tres con este, ¡sobre que en el cielo se ha de poner su mercé a curar a San Lázaro! Llegó el día de la partida. El duque estaba ya preparado en su aposento.
En su vista éste se dirige á la Mezquita y llama al Iman, en cuya compañía reza las oraciones marcadas, y luego después ambos marchan á casa de la doncella, ante la que se paran, preguntando el pretendiente desde fuera si puede entrar.
Palabra del Dia
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