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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Con frecuencia terminaba sus narraciones con estos versos de Concha, en su Arte de Navegar: Por tierra y por mar profundo Con imán y derrotero, Un vascongado el primero Dió la vuelta a todo el mundo. Y aunque estos versos no tuvieran relación alguna con lo contado, por el tono solemne con que los recitaba mi tía Úrsula, me parecían un final muy oportuno para cualquier relato.
Tú sí que eres un imán para los extranjeros respondió Rita . ¿Por qué has colocado al mayor cerca de Eloísa? Escucha las simplezas que le está diciendo. Te advierto, primo, que vas adquiriendo la facha y el garbo de un Diccionario.
Decía esto, y se separaba de un grupo para ir a otro, seguido de su corte de admiradores; y si alguien le hubiera observado, habría visto que el personaje evitaba cuidadoso un encuentro, que debía serle particularmente desagradable: el del levitón del señor Portas, que hasta hace poco ejercía sobre él la atracción del imán. ¡Misteriosa singularidad, cuya clave poseía quizá míster Robert!
Después le cayó la herencia de un tío; pero como la señora tenía unos condenados jueves para reunir y agasajar á la mejor sociedad, los cuartos de la herencia se escurrían de lo lindo, y sin saber cómo ni cuándo, fueron á parar al bolsón de Torquemada. Yo no sé qué demonios tenía el dinero de aquella casa, que era como un acero para correr hacia el imán del maldecido prestamista.
Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido; mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches.
Inexperta y alucinada, juzgué que el mejor empleo y ocupación de mi ser era el amor, los goces ó la incitante gloria, cosas ¡ay! de liviana realidad que se desvanecen pasada la ilusión primera. Mi alma está pura, y anhela reposarse en el bien. Aborrezco el mundo; pienso sólo en Dios, imán de nuestros corazones, fuente de toda salud, principio de toda inteligencia.
Tanto tardaba en ponérsele, que se enfadó el iman; y advirtiendo que era cristiano, llamó gente. Lleváronme á casa del cadí, que me mandó dar cien varazos en los piés y me envió á galeras, amarrándome justamente á la misma galera y al mismo banco que el señor baron.
Cuando dos o tres habilidosos se reúnen y se complementan, las joyas van a ellos como el acero atraído por el imán. Jamás se reúne con los que no son de su arte, a no ser cuando entra por el aro del diablo, con tal de hacer plata. Cuando ya son muy conocidos en sus mañas, y no pueden trabajar, se dedican a schacar escabios, es decir, a robar a borrachos.
Cuantos tomos enormes, roídos por el corte y forrados con papel grasiento, rodaban por los mostradores de las tiendas del Mercado, eran atraídos por sus manos, como si éstas fuesen un imán, y devorados rápidamente, unas veces por la noche, después de cerrar las puertas y robando horas al descanso, otras por la tarde, aprovechando ausencias de don Eugenio, en el fondo del almacén, a la dudosa claridad que se cernía en aquel ambiente cálido, impregnado del vaho de los tejidos y el tufo de la tintura química.
En las más antiguas cartas mallorquinas que se conocen está ya pintada la rosa náutica con treinta y dos vientos tal cual se fijaba sobre la aguja tocada del imán; tal cual la llevó Colón en las carabelas y con la elegancia con que la dibujó Juan de la Cosa en su famoso mapamundi. De que así era da otras pruebas al referido Diario de Colón, documento primordial en nuestras investigaciones.
Palabra del Dia
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