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Actualizado: 10 de julio de 2025
Compareció sobre el mantel una tortilla fláccida que, por el color, más parte tenía de cebolla que de huevo, y Miquis la dividió al punto. El vino que llegó como escudero de la tortilla era picón y negro, cual nefanda mixtura de pimienta y tinta de escribir.
Este descubrimiento produjo entre los asistentes un grito de indignación; las damas, como se sabe, gustan mucho de las empresas peligrosas... efectuadas por otros. ¡Ya, ya, señor de Bevallan, vaya una bella invención! Ta, ta, ta, señoras. Es la misma cosa que el huevo de Colón. Era preciso saber el cómo.
Instalado entonces en el canapé del comedor, la pipa entre los dientes, admiraba a doña Augusta, que, los días de fiesta, solía limpiar con clara de huevo la caspa al teniente Conceiro. Esta hora, sobre todo en verano, era deliciosa.
Se extiende sobre el tablero y se rellena con picadillo, poniéndolas al horno o friéndolas en aceite muy caliente; si las empanadas quieren rellenarse con pescado se prepara el líquido con tres partes de aceite y dos de agua, poniendo para esas cinco jícaras de líquido dos de zumo de naranja, una copa de vino blanco y tres yemas de huevo.
La patrona, dejando las ociosas lanas, dió principio á su tocado, que era algo complicado, porque consistía en una restauración concienzuda de todos los deterioros que en su persona hacían lentamente los años. Después de dar al viento la poca abundante cabellera, comenzaba á tejer un moño, que, á no recibir el refuerzo de unos hinchados cojinillos, no sería más grande que un huevo.
Pero como no había más remedio que tomar algo para sostener las fuerzas, ambos se propinaron un huevo batido en vino y unos pedacitos de pan. De dormir, no se hable. La señora contaba las horas, medias y cuartos de la noche por los relojes de la vecindad, y no hacía más que medir el pasillo de punta a punta, atenta a los ruidos de la escalera.
El nuevo ser es el siervo del planeta, hasta el punto de que dentro de su huevo da vueltas como la tierra, describiendo su doble rueda, su rotación sobre sí mismo y su rotación general. Y aun emancipado del huevo, creciendo, haciéndose adulto, permanecerá embrión; es su nombre, muelle ó molusco.
Aunque la comida era de inferior calidad, no estaba tasada ni había gran rigor en las horas: si un chico tenía hambre, bajaba a la cocina, pedía pan y queso, y sin inconveniente alguno, se lo daban, y si la cocinera, de natural francota y bonachona, estaba de humor, hasta le freía un huevo o una magra.
Inventó retratos de Colón, e inventó igualmente ridículas historias sobre la vida del Almirante y la injusticia y crueldad de los españoles. El librero Bry continuó Ojeda fue el autor de ese cuento soso e imbécil sobre «el huevo de Colón»... ¡La suerte de ciertas tonterías!
Acercábase a la cama de la impedida, le sometía las ropas, le abofeteaba la almohada apoyando fuertemente ambas manos en los muslos, a fin de sostener la mole de su vientre, y con voz sorda y apagada empezaba a referir chismes del barrio, escabrosos pormenores de su profesión, o las maravillosas curas que pueden obtenerse con un cocimiento de ruda, huevo y aceite, con la hoja de la malva bien machacadita, con romero hervido en vino, con unturas de enjundia de gallina.
Palabra del Dia
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