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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Desde que llegué hube de encontrar muchos amigos, y comenzó el preguntar y el responder, de esta manera: ¿Qué dice hoy <i>El Diario Mercantil</i>? Llama ladrones a todos los amigos de las reformas, y dice que llegará día en que el obispo de Orense ponga un grillete al pie a los pícaros que le encausaron por no querer jurar.

En aquel almacén de dramas empaquetados se desenvolvió ante , y hube de palparlo, el drama de Arias Limón y sus hermanas, que luego di a la estampa, para entretenimiento de distraídos y ociosos . Me rozaron, asimismo, otros muchos dramas, que se han perdido en el río de sombras y es probable que nunca aborden a una orilla.

Y él les dio muy buena respuesta: que saldría a la plaza a trocar una pieza de a dos, y que a la tarde volviese. Mas su salida fue sin vuelta. Por manera que a la tarde ellos volvieron, mas fue tarde. Yo les dije que aún no era venido. Venida la noche, y él no, yo hube miedo de quedar en casa solo, y fuime a las vecinas y contéles el caso, y allí dormí.

Pues este hombre era quien debía disipar los negros vapores que ensombrecían mi conciencia.... ¡Figúrese usted!... Yo mismo hube de procurarme la salvación; yo mismo, con la ayuda de Dios y de la mano de San Pablo, el apóstol de los gentiles, que no conoció a Cristo.

Todo lo había preparado detenidamente, había incitado a la acción a los pusilánimes, a los vacilantes, a los miedosos, y entregado casi todo cuanto quedaba de mis bienes sin pensar en las dificultades que encontraría más tarde. Mi deber era entrar yo también en acción, y hube de partir con ese objeto, pero me vi obligado a quedarme a preparar una nueva acción para el caso de un revés.

Por manera que a la tarde ellos volvieron; mas fué tarde. Yo les dije que aún no era venido. Venida la noche y él no, yo hube miedo de quedar en casa solo y fuíme a las vecinas y contéles el caso y allí dormí. Venida la mañana, los acreedores vuelven y preguntan por el vecino; mas, a estotra puerta. Las mujeres les responden: "Veis aquí su mozo y la llave de la puerta."

Luego que me hube aferrado bien a esta idea, bebí otra copa de un trago, me levanté y salí decidido a entendérmelas con aquel guapo. Mientras caminaba a paso largo hacia la calle de Argote de Molina, discurrí que acometerle de improviso a bofetadas era indigno. Además, una cachetina no era lo que yo apetecía. En aquellos momentos me sentía inclinado a lo trágico.

Apenas le hube reconocido, cuando dije a voces: "¿Adónde tenéis, ladrones, nuestras almas? ¿Adónde están las vidas que nos robastes? ¿Qué habéis hecho de mi hermana Auristela y de las dos, Selviana y Leoncia, partes, mitades de los corazones de mis buenos amigos Carino y Solercio?"

Una semana hace que mató á mi hermano alevosamente, perseguíle con otros vecinos míos y acosado de cerca se refugió en el monasterio de San Juan. El reverendo prior no quiso entregármelo hasta que hube jurado respetar la vida de este asesino mientras tenga en la mano el crucifijo que le dió en prenda de asilo.

Aquel mismo día fui a consultar a uno de los abogados de más fama. Me escuchó con atención, y cuando hube concluido, me dijo: No veo el medio de arrancar a esa mujer su secreto: el tormento está abolido hace muchos años; por consecuencia, si esa mujer tiene un gran interés en ocultar la procedencia de la protegida de usted, nada confesará. Queda sin embargo un medio. ¿Cuál? El dinero.

Palabra del Dia

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