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Actualizado: 11 de junio de 2025
Porque no hay que soñar en arrancarla la idea: la tiene arraigada en lo más hondo; la coge en cuerpo y alma. ¡Y tratándose de un carácter como el suyo, tan entero, tan equilibrado y firme!... ¿Quién demonios había de pensar que la diera por ahí?
Contestó Doña Paca con una sarta de suspiros sacados de lo más hondo de su pecho, y Benina se lanzó, con fiebre y tenacidad de idea fija, a pensar nuevamente en el maravilloso conjuro. Trasteando sin sosiego en la cocina, con los ojos del alma, no veía más que el cazuelo de los siete bujeros, el palo de laurel, vestido, y la oración... ¡demontres de oración! ¡Esto sí que era difícil!
A usted le extrañará verme con este aspecto de gato friolero, buscando el sol cuando todos sudan... Pero ¡cuando le digo que vengo del Polo!... Poco a poco fue Maltrana explicando su misteriosa expedición. Venía de lo más hondo del buque, de los frigoríficos, donde eran guardados los víveres. Esto únicamente podía verlo él, que gozaba de buenas amistades.
Allí en campo cercado de arena miro brillar numerosa comitiva. ¿Serán éstos pacíficos viajeros, o salteadores que acechan los pasos del peregrino? Corro a ellos y no se mueven, les grito y nada me responden. ¡Oh Dios! éstos son cadáveres, es la antigua caravana exhumada por el viento del hondo de las arenas.
Ese hombre, Mesía; Ana... ¿qué pasó con ese hombre?... Ana recogió sus fuerzas, atendió a la realidad, a lo que le preguntaban, con intensidad, luchando con el confesor, batiéndose por su interés que era ocultar lo más hondo de su pensamiento. «Al fin aquello no era el confesonario; además, era caridad mentir, callar a lo menos lo peor».
Sintió otra vez pasos, no recelosos, como de quien se oculta, sino precipitados, como de quien va a donde le importa llegar presto; y por el camino hondo que limitaba el murallón divisó a su abuelo que avanzaba en dirección de los Pazos; sin duda, con su vista de águila había distinguido al señorito, y le seguía intentando darle alcance.
No sólo sabía figurar montañas vomitando fuego y temblores de tierra; á la mar con navíos que lo cruzaban en distintas direcciones; palacios de la más rica y artística arquitectura; el Olimpo con la asamblea de los dioses en su cima, y el Tártaro con los condenados allá en lo hondo, todo ello de una manera maravillosa, sino castillos, que aparecían de repente con la vara mágica; á Faetonte dirigiendo el carro del sol, y precipitándose luego en el abismo; á Perseo, que cabalga por los aires montado en el pegaso; á Venus, atravesando el cielo en un carro de nubes, tirado por cisnes, etc.
Terribles rumores suben de lo hondo y parecen predecirnos mala suerte: oimos la caída de las piedras que se desmoronan, el ruido de las ramas cargadas de lluvia que rechinan en el tronco, el sordo trueno de la cascada, y el chapoteo de las aguas del lago contra la orilla.
A Fray Forzado obedezcan En todo, pues cuanto ha hecho Y cuanto ha mandado es justo; Que yo también lo obedezco, Y soy su guardián. No hay parte Segura de este hechicero; Dos gazapos me ha sacado Que escondí en un agujero, Con una vara de hondo; Por mi mal vino al convento;
No había frase, ni giro, ni idioma capaz de expresar y de formular de modo sensible lo que el Padre suponía haber aprendido o descubierto allá en las raíces y abismos de su mente cuando tan hondo penetraba.
Palabra del Dia
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