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Actualizado: 17 de julio de 2025


El estrépito de los tiros, el humo de la pólvora, despertaban en su imaginación belicosas fantasías, historias de lucha y de muerte en las que siempre era un héroe triunfador. ¡Veinte años, y aún no se había batido!... Necesitaba un lance para dar prueba de su coraje. Era una desgracia que no tuviese enemigos, pero ya procuraría crearse alguno cuando volviera a la Península.

Verdad es que sólo faltaba un leve impulso externo, para inclinar á los clérigos á intervenir en la representación de las sagradas historias.

No todas las historias que yo refiero han de ocurrir en Villabermeja. Hoy he de contar una muy interesante ocurrida, pocos años ha, en otro lugar cercano, que llamaremos Villafría, reservando para mayores cosas su verdadero nombre.

Era también un inflexible enemigo, de que dan buen testimonio los cuákeros en sus historias, en las que, al hablar de él, recuerdan un incidente de su dura severidad para con una mujer de su secta, suceso que es de temerse durará más tiempo en la memoria de los hombres que cualquiera otra de sus buenas acciones, con ser estas no pocas.

Recuerdo que una tarde del Otoño, En la Villa del oso y del madroño, En casa de Paterno, De filipinas glorias Recolector eterno Y pensador de idílicas historias, Se hallaban literatos, Ministros, periodistas, Músicos y pintores, Y todos los artistas, En raros pugilatos, A conquistar aplausos o bellezas Exhibiendo primores En cultas gentilezas... Rizal, con tino singular y austero, Me señaló en un rico musiquero La colección de músicas tagalas, Diciénidome sincero: "Mi corazón palpita Cuando a la luz de filipinas galas La música infinita De un canto lastimero Despierta el alma mía Al kundiman de suave melodía..." Y me habló de la insólita guitarra Y me dijo galante: "Yo siempre pintaría al estudiante Con libro, con laúd y cimitarra". Y mientras la alegría fermentaba En aquellos espléndidos salones, De los ricos plafones Donde el genio ideal seleccionaba Filipinas pinturas, Y salacots y bolos... Mil bellas esculturas Y hasta los chirimbolos De igorrotes y aetas Y mandobles y cotas De ignorados atletas En regiones remotas, Y juventud allí rivalizaba... Y entre música y flores se libaba, En copa de abundancias, Amistad y elegancias.

Sus cuentos no se diferenciaban gran cosa de las historias que él tenía por verdaderas. Pero entre ellos había uno a quien él daba infinitas variantes. El asunto se reducía a un marinero, buena persona, aunque un poco borracho, que se encontraba con un viejo mendigo zarrapastroso y sucio.

Las historias profanas y eclesiásticas están llenas de esta ceguedad, que Dios permite, sin duda para fines providenciales.

La letra del romance trata generalmente de asuntos moriscos, o refiere piadosas leyendas o tristes historias de reos. Este famoso y antiguo romance que ha llegado hasta nosotros, de padres a hijos, como una tradición de melodía, ha sido más estable sobre sus pocas notas confiadas al oído, que las grandezas de España, apoyadas con cañones y sostenidas por las minas del Perú.

Su cerebro desequilibrado trastornaba todas las leyes divinas y sociales, las fundía de nuevo a su capricho. Para ella, el amor del joven presbítero era un puro idealismo conforme con el espíritu cristiano: hallaba en las historias de los santos varios casos semejantes.

Referidas estas historias por D. Acisclo, fuerza es confesarlo, aparecían grotescas en los pormenores. Por dicha, el P. Enrique escribía a su tío tres o cuatro veces al año, y el tío se deleitaba en que doña Luz le leyese las cartas en alta voz.

Palabra del Dia

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