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Actualizado: 24 de junio de 2025
Oyese al mismo tiempo un murmullo sordo que sube de los campos inferiores á través de las nubes arremolinadas; es el ruido de la lluvia ó del granizo, el estrépito de los árboles que se rompen, de las rocas que se hienden, de los aludes de piedra que se desploman, de los torrentes que se hinchan y mugen, destruyendo los ribazos, pero todos esos estruendos diversos se confunden al subir hacia la serena montaña.
Abundan también de muchos monos, gallos, tortugas, antas, ciervos, cabras monteses y también de culebras y víboras de extraños venenos, porque hay algunas que luego que muerden se hinchan los cuerpos de los pacientes y destilan sangre por todos sus miembros, ojos, oídos, boca, narices y aun de las uñas; pero el doliente, como echa por tantas partes aquel pestilente humor, no muere.
¡Ah!, cosas triviales, sin importancia, amigo. A mí, cualquier viento me hace girar como a una veleta.... Las velas de «este navío» se hinchan con todas las brisas que pasan. Estaba Fernando tan risueño y gentil como de costumbre, tan dueño de la situación como solía estarlo. Salvador, en cambio, tenía conmovido todo el cuerpo a impulsos de toda el alma.
Algunas noches se llena la casa de guitarristas y bailaoras: cuantas muchachas de Sevilla aprenden el cante y el baile. Con ellas van sus maestros y sus familias y hasta los más remotos parientes; todos se hinchan de aceitunas, de salchichón y de vino, y doña Sol, sentada en un sillón como una reina, pasa las horas pidiendo baile tras baile, todos los de la tierra.
Pero al fin, señorito, ¡aquí le manda Primitivo! Bah.... A Primitivo le puedo yo dar tres docenas de puntapiés, si se me hinchan las narices, sin que el juez me venga a empapelar.... No lo hago; pero duermo tranquilo con la seguridad de que lo haría si quisiese. ¿Cree usted que Sabel irá a quejarse a la justicia de los culatazos de hoy? Esta lógica de la barbarie confundía a Julián.
Va a subir. ¡Ahora, ahora sí va a subir! Gran fama, gran prestigio. Se les arma el globo; se les confía: ved cómo se hinchan. ¿Quién dudará de su suficiencia? Pero como casi todos nuestros globos, mientras están abajo entre nosotros, asombra su grandeza, y su aparato y su fama.
A lo lejos una torrentera rojiza rasga los montes; la torrentera se ensancha y forma un barranco; el barranco se abre y forma una amena cañada. Refulge en la campiña el sol de Agosto. Resalta, al frente, en el azul intenso, el perfil hosco de las Lometas; los altozanos hinchan sus lomos; bajan las laderas en suave enarcadura hasta las viñas.
El musgo que tapiza el fondo del barranco y recubre las raíces de los árboles, se presenta hinchado del líquido absorbido durante la última inundación: dilatados como esponjas, guardan, durante mucho tiempo, la fecunda y bienhechora humedad; después, á la más insignificante lluvia, se hinchan de nuevo, empapándose con avidez de las gotas caídas.
La mar agitada formaba esas enormes olas, que gradualmente, se «hinchan, vacilan y revientan mugientes y espumosas», según la expresión de Goethe, cuando las compara en su Torcuato Tasso con la ira en el pecho del hombre.
¿Qué le sucede a Martín?... ¡Infeliz! El rostro se le pone amoratado y se congestiona, las venas de la frente se hinchan, los ojos parecen querer saltar de sus órbitas, una espuma blanquecina aparece en los labios.
Palabra del Dia
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