Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de julio de 2025
Todos la conocían en Torresalinas y no hablaban de ella sin sonreir y guiñar un ojo, como si les recordase algo que excitaba malicioso regocijo. Una mañana, á la sombra de la barca abandonada, cuando el mar hervía bajo el sol y parecía un cielo de noche de verano, azul y espolvoreado de puntos de luz, un viejo pescador me contó la historia.
Una numerosa muchedumbre hervía en los alrededores mirando envidiosa á los que entraban, á los que llegaban temprano temerosos de perder sus asientos: risas, murmullos, espectacion saludaban á los recien venidos, que desconsolados, se reunían con los curiosos y, ya que no podían entrar, se contentaban con ver á los que entraban.
Su cerebro hervía; en su corazón se enrroscaban culebras mordedoras; su pensamiento era un volcán; deseaba la muerte; aborrecía la vida; hablaba sin cesar consigo mismo; miraba á la luna; se remontaba al quinto cielo, etc. ¡Cuántas veces le sorprendió la noche en melancólico éxtasis delante del cristal, olvidado de todo, hasta de su propio comercio y modo de vivir!
San Isidoro afirmaba que la isla Trapobana «hervía de perlas y elefantes, y que en ella el oro era más fino, los elefantes más grandes y las margaritas y perlas más preciosas que en la India». Junto a la Trapobana había dos islas, la de Chrise, que era toda de oro, y la de Argyra, toda de plata.
Lejos, en la bruma que cerraba el horizonte, corrían como ovejas asustadas las barcas pescadoras, con la vela casi recogida y negruzca por el agua, sosteniendo una lucha de terribles saltos, enseñando la quilla en cada cabriola, antes de doblar la punta del puerto, amontonamiento de peñascos rojos barnizados por las olas, entre los cuales hervía una espuma amarillenta, bilis del irritado mar.
No, no lo olvidará Julián. No olvidará aquellas inesperadas tribulaciones, el valor repentino y ni aun de él mismo sospechado que desplegó en momentos tan críticos para arrojar a la faz del marido cuanto le hervía en el alma, la reprobación, la indignación contenida por su habitual timidez; el reto provocado por el bárbaro insulto; los calificativos terribles que acudían por vez primera a su boca, avezada únicamente a palabras de paz; el emplazamiento de hombre a hombre que lanzó al salir de la capilla.... No olvidará, no, la escena terrible, por muchos años que pesen sobre sus hombros y por muchas canas que le enfríen las sienes.
La ciudad hervía en la agitación huraña de esos momentos. Poe entró en una taberna y bebió, bebió incesantemente en unión de un antiguo y fatal camarada que el azar le deparó.
En las estrechas calles, distribuídas en todas direcciones, cortándose, retorciéndose de un modo caprichoso, hervía la muchedumbre con inquieto oleaje, bañándose en un gozo vivo y espontáneo.
Al verse sola, creyó sentirse la otra con más valor para dar un escándalo... Toda la rudeza, toda la pasión gozosa de mujer del pueblo, ardiente, sincera, ineducada, hervía en su alma, y una sugestión increíble la impulsaba a mostrarse tal como realmente era, sin disimulo hipócrita. «¡Si no volverá!...» se dijo mirando al corredor, y al decir esto su espíritu volvía sobre sí, penetrándose del sentido lógico de las cosas... «Ella es una mujer de mérito y yo he sido una perdida... Pero yo tengo razón, y perdida o no, la justicia está de mi parte... porque ella sería yo, si estuviera en mi lugar...».
El mar estaba absolutamente terso en toda su extensión. En la cocina hervía aún una olla con papas. Como ustedes comprenderán, el terror supersticioso de nuestra gente llegó a su colmo. A la larga, seis se animaron a llenar el vacío, y yo fuí con ellos. Apenas abordo, mis nuevos compañeros se decidieron a beber para desterrar toda preocupación.
Palabra del Dia
Otros Mirando