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Actualizado: 11 de julio de 2025


Tiene junto al rio un edificio grande, inmenso, coronado de almenas, circuido de ricas ventanas de herradura, adornado de hermosas celosías, dominado por una torre que arroja hoy á lo lejos la voz de sus campanas, edificio medio musulman, medio cristiano que ni bien presenta el aspecto de un templo, ni bien el de un castillo, construccion rara, heterogénea, híbrida, donde cada pueblo ha puesto su piedra y cada estilo ha pretendido imprimir su forma y su carácter: no cabe ya mas en arquitectura para subyugar la fantasía y turbar nuestros sentidos.

Ceñía al arco de herradura un ancho y precioso arrabá de cenefas cuajadas de labores, y ostentaban igual riqueza de ornato los tímpanos entre el arco y el dintel, las enjutas, las fajas, y las ventanillas de tablas de alabastro perforado que, ya encerradas en arquitos sobre marmóreas columnillas, ya partidas en graciosos agimeces, flanqueaban en uno ó en dos órdenes las referidas puertas . En algunas de estas veíanse cornisas voladizas sostenidas en ménsulas formando antepecho con sus almenillas dentadas y sus matacanes, dando al sagrado edificio aspecto de fortaleza y recordando los belicosos orígenes de la propaganda islamita.

Al anochecer, estuvieron ya libres, y, como preferían no quedarse en pueblos grandes, tomaron un camino de herradura que subía al monte Hernio y fueron a dormir a una aldea llamada Regil. El tercer día, de Regil cogieron el camino de Vidania, y llegaron a Tolosa, en donde estuvieron unas horas. De Tolosa fueron a dormir a un pueblo próximo.

En el borde de un hoyo, los unos cerca de los otros, yacían liebres de rojo pelo y conejillos grises de cola blanca, con las patitas juntas por la muerte, en actitud de implorar misericordia, y con ojos empañados como si llorasen; además, perdices rojas, machos de perdiz grises, con la herradura como mi camarada, y perdigoncillos de aquel año que, como yo, tenían todavía pelusa debajo de las plumas. ¿Hay nada más tétrico que una ave muerta? ¡ Las alas son tan vivas!

Entramos en el comedor que todos conocemos: un gran salón al cual le falta mucho para estar bien puesto. Aquella noche, Canale, como de costumbre, había formado la gran mesa en herradura con mesas centrales, y sobre ella, había levantado los mismos catafalcos de cartón y pastas de azúcar de todos los años.

El Pozo de la Solana dista más de dos leguas de este lugar y no hay hasta allí sino camino de herradura. Tuvimos todos que ir a caballo. Yo, como jamás he aprendido a montar, he acompañado a mi padre en todas las anteriores excursiones en una mulita de paso, muy mansa, y que, según la expresión de Dientes, el mulero, es más noble que el oro y más serena que un coche.

Se encontraron en el camino a un muchacho de este pueblo que iba a Echarri-Aranaz y en su compañía tomaron por un camino de herradura que bordeaba la sierra de Aralar. Hablaron los tres de la marcha de la guerra, y el chico contó una anécdota de Dorronsoro, que no dejaba de tener gracia.

Y el cuento que quiero decir es éste: «Convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, porque venía de los Álamos de Medina del Campo, que casó con doña Mencía de Quiñones, que fue hija de don Alonso de Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en la Herradura, por quien hubo aquella pendencia años ha en nuestro lugar, que, a lo que entiendo, mi señor don Quijote se halló en ella, de donde salió herido Tomasillo el Travieso, el hijo de Balbastro el herrero...» ¿No es verdad todo esto, señor nuestro amo?

Porque en años tan pocos tal prudencia, Y con tal madurez tanta hermosura, Embaucará al más ducho en cualquier ciencia. Y así no hay que dudar de esta aventura, Que hemos echado á su rodete un clavo, Y á mi sentir, no clavo de herradura. Pero lo más que de esta acción alabo Es que ella se ha venido sin buscalla, Y así como el principio tendrá el cabo.

Don Álvaro, a solas entre aquellos pobres diablos, soñaba despierto, enternecido. En aquellos momentos se creía enamorado de veras, y se creía y se sentía de veras interesante. Aunque él era sensualista ¡qué diablo! la sensualidad, pensaba, también tiene su romanticismo. El claire de lune es claire de lune aunque la luna sea un cacho de hierro viejo, una herradura de algún caballo del sol.

Palabra del Dia

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