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Actualizado: 9 de junio de 2025


Con tal de que todas las cartas no se parezcan a éstas... Quisiera encontrar mi alma hermana. ¿Y qué harás cuando la hayas descubierto? Nada aseguré con toda convicción. Lo quiero por amor al arte, y sólo para convencerme de que no soy un objeto descabalado en la gran feria del matrimonio.

Le hizo sentar en el sofá y comenzó á hablarle con voz baja y grave ademán autoritario que contrastaba con su habitual desenfado: Me alegro que hayas dado este paso. Dentro de un momentito sabrás tu suerte, y, sea mala ó buena, debes quedar tranquilo, porque contra lo que allá arriba está ordenado no hay más que bajar la cabeza.

Aún no creo que hayas podido estar en aquella maldita casa. ¿En qué casa? dijo Clara, como afectada de profunda confusión. Allí, en casa de esas mujeres contestó él con tristeza, recordando los dolores de aquella vivienda. ¡Ay! exclamó Clara. Yo no quiero volver; quiero morirme aquí antes que volver. Estoy en casa de Pascuala, ¿no? Al decir esto, reconocía el sitio con ansiosa mirada.

Sin él hubiéramos vivido juntos, hubiéramos sido humanamente amantes y esposos, y ni yo hubiera caído, ni Proclo hubiera llegado a ser, con lamentable precocidad, y quedándose pobre, un vejestorio tan incapaz, y tan feo. ATENAIS. Tu propósito era difícil. No extraño que no hayas podido cumplirle. El temple de alma de la emperatriz Pulqueria es rarísimo.

Entonces él exclamó: ¡Mentira parece que hayas tenido valor! No tienes derecho a reconvenirme. Te gusté, era libre, y además tonta: te creí... ¿qué había de suceder? Después me abandonaste sin el más leve motivo de queja. Al llegar aquí, don Juan creyó notar que los ojos de Cristeta brillaban humedecidos en llanto, y que su voz acusaba profunda turbación de espíritu.

Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos, hayas y robles.

Mas ¿quién es? ¿Cuál es su nombre? ¿Cómo la viste?... Porque me hayas ofendido con tu abandono, ¿quieres ofenderme más con tu culpable silencio y criminal reserva? La hora del peligro pasó ya, y las entradas y algaradas en tierra de cristianos las guardo hasta mejor tiempo; para hacer más doloroso el mal es fuerza dar a los hombres algún aliento y descanso.

Por encima de las aguas casi invisibles del riachuelo, entrelazaban su tupido ramaje las clemátides y madreselvas silvestres y se hacía tan espeso en aquel sitio el bosque de hayas y otros árboles, que reinaba allí una oscuridad verdaderamente crepuscular.

Tal temor sentía ella, que hasta se encontró con fuerzas inferiores a las de su marido, que era tan débil. «Moñuca mía le dijo apretándole el brazo con nerviosa energía, y mirándola con una expresión en que la desdichada veía confundidos al amante y al asesino . Nos liberaremos, por medio de una sangría suelta, desde que hayas cumplido tu misión. ¿Cuándo será? Allá por Febrero o Marzo».

31 entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, [el] que hayas derramado sangre sin causa, y que mi señor se haya vengado por mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando el SE

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