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5 Para que se libren tus amados, salva con tu diestra, y óyeme. 8 Moab, la vasija de mi lavatorio; sobre Edom echaré mi zapato; haz júbilo por razón de , oh Palestina. 9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortalecida? ¿Quién me llevará hasta Idumea? 12 En Dios haremos ejército; y él hollará nuestros enemigos. Oye, oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende.

¡Pero señor!..., ¡el pobre Juan está enfermo!..., ¡mañana no hablará más!..., ¡por caridad, vaya a verlo! ¡No puedo y no puedo!... ¡Le haremos cualquier demostración!... ¡Tenemos dinero! ¿Dinero?..., ¿cuánto me dará? ¡Doscientos pesos! Bueno... ¿dónde está la casa? Aquí cerca... calle Paraná número setenta.

Si esos miserables pueden, de seguro hay personas más altas que pueden más que ellos, y con prender á esos ruines, no haremos más que dar un aviso á gentes á quienes debemos tener hasta cierto punto confiadas. No soy de la misma opinión que vos; cuando hay un incendio, antes de todo, se corta para que no se propague. ¿Y sabéis, doña Clara, si tenemos fuerzas bastantes?

¿Y no lo sabe?... ¡No se haga usted más tonta de lo que es! indicó D. Evaristo arrugando también su nariz. Pues nos haremos pléiticas dijo la señora de Rubín, ridiculizando la palabra para ridiculizar la idea. Poco más duró aquella visita, porque el señor de Feijoo no quería molestar. Despidiose, prometiendo volver pronto.

¡Bravo, señor conde, bravo! exclamó el clérigo, echándose hacia atrás en la silla y mirándole fijamente con aire triunfal. Todos haremos lo que podamos para que se logre. Usted es la persona más á propósito. Después se pusieron ambos á cuchichear animadamente. D. Primitivo corrió la silla hacia ellos y preguntó en voz baja: ¿Hay alguna noticia de allá?

Dejemos estas armas colgadas de algún árbol, en lugar de un ahorcado, y, ocupando yo las espaldas del rucio, levantados los pies del suelo, haremos las jornadas como vuestra merced las pidiere y midiere; que pensar que tengo de caminar a pie y hacerlas grandes es pensar en lo escusado.

Pero, dejando esto aparte, dígame vuestra merced qué haremos deste caballo rucio rodado, que parece asno pardo, que dejó aquí desamparado aquel Martino que vuestra merced derribó; que, según él puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego, no lleva pergenio de volver por él jamás; y ¡para mis barbas, si no es bueno el rucio!

Haremos una revolución, destronaremos a Alberto, y le daremos á usted la corona de Mónaco. Puede casarse, si le place, con la hija de un emperador: el dinero lo arregla todo. Nosotros lo tenemos, usted lo tiene... ¡He dicho que no! Lo que yo deseo es entrar en el Casino para hacerlo quebrar y llevarme las llaves. Esta amenaza le arrancó la suprema concesión.

Allí pelearemos como buenos; y si al fin caemos vencidos, lo haremos envueltos en la sagrada bandera del progresoEsta alegoría militar, causó excelente impresión entre los vecinos, y contribuyó no poco a la entusiasta acogida que el periódico obtuvo.

12 Y los varones de la guarnición respondieron a Jonatán y a su paje de armas, y dijeron: Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa. Entonces Jonatán dijo a su paje de armas: Sube tras , que el SE