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Actualizado: 11 de junio de 2025
El anciano escudriñaba todo el salón por ver si quedaba todavía alguna cosa olvidada, hasta que al distinguir los retratos meditó un instante y exclamó: Si su señoría quiere dar estas pinturas, le adelantaremos veinte ducados, y, después, si su señoría quiere habitar otro palacio se las ritornaremos por poco más.
Aunque no necesitaba más que su antigua casa, porque estaba acostumbrado a una vida sencilla, Elena le excitó a construir el magnífico hotel que se ha visto. Con tristeza dejó el pequeño pero dulce hogar que albergó su niñez, para habitar la nueva y suntuosa morada.
33 Así dijo el Señor DIOS: El día que os limpiare de todas vuestras iniquidades, haré también habitar las ciudades, y las asoladas serán edificadas. 34 Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber sido asolada en ojos de todos los que pasaron; 35 los cuales dijeron: Esta tierra asolada fue como huerto del Edén; y estas ciudades desiertas y asoladas y arruinadas, fortalecidas estuvieron.
Quiso habitar el cuarto de la calle de Provenza; pero con gran sentimiento supo que había sido alquilado, durante su ausencia, por un señor extranjero que no lo ocupaba. Intentó volver a verlo, al menos, y el portero no tenía las llaves; las puertas y las persianas de la habitación estaban constantemente cerradas.
La doctora sólo podía habitar un edificio moderno é higiénico. Pero no se atrevía á hacer preguntas y pasaba adelante, temiendo ser espiado desde una ventana. Al fin desistía de su empeño. Chiaia tiene muchas calles, y él vagaba sin rumbo, pues el conserje del hotel no había podido proporcionarle ninguna indicación precisa.
Doña Victorina pensaba habitar otra cueva é iba á decirlo cuando Simoun le quitó la palabra: Pero ¿qué opina usted de ello, P. Salví? preguntó al franciscano que estaba absorto en alguna meditacion; ¿no le parece á usted que su Ilustrísima, en vez de darle una cueva, debía haberla puesto en un beaterio, en santa Clara por ejemplo?
Voy á terminar este dia con algunas curiosidades. Primera curiosidad. Un amigo nos ha referido lo que oyó en Sevilla, á un hombre y á una mujer del pueblo. Es el caso que una mujer, jóven y hermosa, pasaba por cierto lugar. Un hombre se aproxima á ella, y la dice: oiga usted, cuando ese cuarto se desalquile, puede avisarme, porque yo lo quiero habitar.
10 Mas a los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor; Que la mujer no se aparte del marido; 11 y si se apartare, que se quede sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no despida a su mujer. 12 Y a los demás yo digo, no el Señor: si algún hermano tiene mujer incrédula, y ella consiente para habitar con él, no la despida.
Ahí los sexos se confunden, y entre las 30 ó 40 personas que yacen en el fondo de la cloaca sombría, suceden cosas que solo el ojo impasible de Dios puede mirar sin estremecimiento, y que no tienen nombre en el vocabulario de la civilización.... Pero esas gentes que viven en los pisos altos ¿cómo pueden habitar tan espantosa madriguera? le dije á mi interlocutor.
Antes de haber recorrido la mitad del camino que nos conduce al sitio deseado, el prestigio cesa y el fantasma se desvanece, burlándose de nuestras esperanzas. ¡Dios me preserve de vivir mucho tiempo así! «¡Acercarme a Eulalia! decía yo esta mañana , ¡sí, vivir a su lado! ¡habitar donde ella habita! ¡respirar el aire que respira!» Y, desde entonces, todo lo que veo aquí me importuna.
Palabra del Dia
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