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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Sobre cada forma todavía tiritante, el telón, como un paño mortuorio, desciende con un ruido de tempestad. Y los ángeles, todos pálidos y macilentos se levantan y cubriéndose afirman que ese drama es una tragedia que se llama «El Hombre» de la cual el héroe es el Gusano Vencedor....!
Se habla de ella muchas veces, pero sin pensar en lo que realmente es, sin pararse á mirarla de cerca.... ¡Qué horrible! Luchar toda la vida para dar gusto á la carne, para preparar el pasto del gusano.... Después, en voz baja, dijo al doctor: Debe existir algo después de la muerte.
Hasta cuando decía a su sirviente gallego: «¡Animal, esta mañana no me has lustrado los botines!», parecía decir más bien: «¡Oidme, emperatriz! La muerte y no el deshonor. Aunque herido en mis dos alas, águila seré siempre, nunca gusano...» Era pues del Laurel un verdadero poeta decadente y modernista, ¡pero muy poeta, muy decadente, muy modernista!
El médico era quien más lo manejaba por dedicarse con mucha afición a los trabajos de histología. El director le invitó a que mostrase a aquellos señores algunas de sus preparaciones. Vieron una porción de diatomeas: las señoras se entusiasmaron con sus caprichosísimas formas. También vieron el gusano que había concluído con el célebre puente de Milán.
Sí, señor caballero; España se pierde. Las Cortes claman y el Rey no las oye. Al pechero se le va quebrando el espinazo bajo el fardo de los tributos, las industrias están enfermas del gusano de la alcabala, las ciudades mohínas, los campos miserables. Agora toda la arte del privado está en saquear a los pueblos. Roerles hoy todo el esquilmo, hasta la sangre, aunque mañana perezcan.
Lo que en aquel instante sentía el corazón de Timoteo era idéntico a lo que vibraba en el alma de su violín, todo lánguido, todo voluptuoso. Señora, yo sé que soy un gusano indigno... Este comienzo no le pareció mal a D.ª Carolina y procuró dárselo a entender con una sonrisa benévola. Un gusano... eso es... Vamos, Timoteo, cálmese usted. Le veo un poco agitado.
Vio maltratar a los indios, que son tan mansos y generosos, y se sentó entre ellos como un hermano viejo, a enseñarles las artes finas que el indio aprende bien: la música, que consuela; la cría del gusano, que da la seda; la cría de la abeja, que da miel. Tenía fuego en sí, y le gustaba fabricar: creó hornos para cocer los ladrillos. Le veían lucir mucho de cuando en cuando los ojos verdes.
Yo creo que antes, lo mismo que ahora, y ahora lo propio que despues, la humanidad no ha sido, no es, no será, no puede ser nunca el Dios del mundo, ni de sí misma, ni de nadie, ni de un triste gusano, porque la humanidad no ha creado á nadie, ni al triste gusano, ni á sí misma, ni al mundo, ni puede hacer, ni decir una palabra en punto á marcar el último destino de las cosas, ese dia misterioso y sagrado, ese enigma supremo, oculto y recogido en el pensamiento del soberano artífice.
Su cuerpo parecía el abuelo y las piernas los nietos, mientras que por sus zapatos tenía aire de navegar en seco ¡eran unos enormes zapatos de marinero que protestaban del gusano de pelo de su cabeza con la energía de un convento al lado de una Exposicion Universal!
Ya son las innumerables plantaciones de moreras enanas, que brindan su alimento al gusano fabricante de la seda, y hacen un bello contraste por su verde oscuro y vigoroso, ordenadas en calles que se cruzan en todas direcciones, con el verde claro y vivísimo de los almendros ó el casi amarillo de los viñedos intermediarios que comienzan á abrir sus primeras hojas.
Palabra del Dia
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