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Actualizado: 17 de mayo de 2025
¿Cómo personal? ¿También usted es infalible? ¡Señor Guimarán! En resumen, señor mío.... Eso es, reasumiendo... Yo me borro de la lista... ¡Pues tal día hará un año! Ronzal no demostró el por qué de la infalibilidad, pero don Pompeyo se borró de la lista del Casino.
Empleó la joven toda clase de resortes; pidió, suplicó, se puso de rodillas con las manos en cruz, lloró... Después exigió, amenazó, insultó: todo fue inútil. Hable usted con su papá decía Guimarán por toda contestación . Yo no hago más que cumplir su voluntad.
Cuando estalló la Revolución de Septiembre, Guimarán tuvo esperanzas de que el librepensamiento tomase vuelo. Pero nada. ¡Todo era hablar mal del clero! Se creó una sociedad de filósofos... y resultó espiritista; el jefe era un estudiante madrileño que se divertía en volver locos a unos cuantos zapateros y sastres.
Frígilis mientras don Pompeyo afirmaba estas cosas, le miraba sonriendo con benevolencia; y con un poco de burla, en que había algo de caridad, le decía: «¿Pero, señor Guimarán, tan seguro está usted de que no hay Dios?». «¡Sí, señor mío! ¡mis principios son fijos! ¡fijos! ¿entiende usted?
Sí, señora, de Guimarán, de don Pompeyo, que se está muriendo y quiere que le vaya a confesar el señorito. Hijo y Madre dieron un salto; doña Paula quedó en pie, don Fermín sentado en su lecho. Se hizo entrar a la criada de Guimarán y repetir el recado. La criada lloraba y describía entre suspiros la tristeza de la familia y el consuelo que era ver al señor pedir los Santos Sacramentos.
Cuando la criada de Guimarán le contestaba: «Que el señor había pasado mejor la noche», Cármenes, sin darse cuenta de ello, torcía el gesto, y sentía una impresión desagradable parecida a la que experimentaba cuando llegaba a convencerse de que un periódico de Madrid no le publicaría los versos que le había remitido.
Los otros tontos, los que creían que Guimarán era ateo de puro malvado y de puro sabio, mirarían aquella conquista como cosa muy seria, como una ganancia de incalculable valor para la Iglesia.
Perfectamente interrumpió Foja el señor Guimarán ha hablado como un libro, y eso que no los lee, pero no importa, ha hablado como el libro de su conciencia, según él dice. Aquí, señores, nos hemos reunido para celebrar la vuelta del señor Guimarán al hogar doméstico, llamémoslo así, del Casino. Pero ¡ah! señores diputados, ¿por qué ha vuelto al Casino el señor Guimarán?
Guimarán veía con gran satisfacción los progresos de la impiedad en aquel espíritu lleno de pasión; no había llegado don Santos al ateísmo, «pero este era un grado de perfección filosófica que tal vez le venía muy ancho al antiguo comerciante de cálices y patenas». Don Pompeyo se contentaba con arrancarle las raíces y retoños de toda religión positiva.
Por lo demás yo reconozco que es íntegro... y que sabe... que sabe... por más que su decantado darwinismo... y aquella locura de injertar gallos ingleses...». Guimarán fue varias veces derrotado por Frígilis en sus polémicas.
Palabra del Dia
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