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Actualizado: 28 de septiembre de 2025


El barbero, que, tan sin pensarlo ni temerlo, vio venir aquella fantasma sobre , no tuvo otro remedio, para poder guardarse del golpe de la lanza, si no fue el dejarse caer del asno abajo; y no hubo tocado al suelo, cuando se levantó más ligero que un gamo y comenzó a correr por aquel llano, que no le alcanzara el viento.

La negra por el honor es una novela extraña, llena de inverosimilitudes repugnantes, que se atribuiría más bien á Montalbán ó á Mira de Mescua, si no se supiera con seguridad que su autor es Moreto: una dama, perseguida por un caballero con propósitos deshonrosos, inventa, para guardarse de él, poner en su lugar un paje disfrazado de mujer, vistiéndose ella misma de hombre, y tiznándose el rostro para parecer un negro y andar libremente por el mundo de esta manera.

Los dos muchachos besaron la mano de su señor, como si se despidiesen de él para la eternidad, y no supieron, en su turbación, dónde guardarse los billetes que les fué dando. ¡Estola y Pistola convertidos en soldados!... ¡Hasta á estos dos adolescentes los arreaban hacia la muerte!

De manera que, cuando don Manuel murió, solo había en la casa los objetos de su uso y adorno, en que no dejaba de adivinarse más el buen gusto que la holgura, los libros de don Manuel, que miraba la madre como pensamientos vivos de su esposo, que debían guardarse íntegros a su hijo ausente, y los enseres de la escuela, que un ayudante de don Manuel, que apenas le vio muerto se alzó con la mayor parte de sus discípulos, halló manera de comprar a la viuda, abandonada así por el que en conciencia debió continuar ayudándola, en una suma corta, la mayor, sin embargo, que después de la muerte de don Manuel se vio nunca en aquella pobre casa.

Su vida era una vida recta, firme y llana como el camino del deber. Cuando los oficiales jóvenes hablaban en su presencia de ruidosas cenas al saltar á tierra con mujeres de distintos países, el piloto se encogía de hombros. «El dinero y lo otro deben guardarse para casa», decía sentenciosamente.

-Señor -respondió Sancho-, que el retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza, y de sabios es guardarse hoy para mañana y no aventurarse todo en un día.

Sabiendo tan triste maldad, quedamos asombrados, y nuestro capitan encomendó á Antonio de Mendoza el fuerte de Corpus Christi, dejándole 120 hombres y bastimento, con órden de guardarse de los indios, estando siempre sobre aviso con buenas centinelas: y que si los indios viniesen de paz, los tratase con mucho amor, haciéndoles cuantos agasajos fuese posible, y evitando todos los daños que intentasen hacerles, y á los cristianos, y mirando por con la mayor diligencia.

Hasta en las materias donde no entran para nada la imaginacion y el sentimiento, conviene guardarse de la manía de poner en prensa el espíritu obligándole á sujetarse á un método determinado, cuando ó por su carácter peculiar, ó por los objetos de que se ocupa, requiere libertad y desahogo.

Sin cargo de curato, y en cuya nominación podía guardarse la forma del real patronato, proponiendo los tres prelados, para que de ellos nombrase uno el vicepatrono, al que podían los prelados regulares dar sus facultades en lo que les toca de la vida y costumbres de los religiosos, y los señores obispos las que corresponden al ministerio de curas para visitarlos, y lo demás anexo a la vicaría, pudiéndole ampliar las facultades para los casos en que la jurisdicción eclesiástica pueda conocer en causas de legos.

Y miró hacia la hoguera que calentaba el caldero, en torno de la cual se iban agrupando sus acompañantes para aprovecharse de su distracción. Sobre todo, gentleman, tenga cuidado mientras duerme. También le pueden matar durante su sueño. El gigante celebró otra vez con risas la simpleza de este consejo. ¿Cómo iba á guardarse á mismo mientras dormía?

Palabra del Dia

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