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Actualizado: 16 de junio de 2025


En el fondo se abre una escalera monumental; en esta mansión inverosímil, las habitaciones son minúsculas, pero la escalera es inmensa; capricho del arquitecto. Al cabo de un minuto, una voz grita: «¡Señor profesor...! ¿Quiere usted subir hasta el estudio...? Son tres pisosCésar sube los tres pisos, a razón de treinta escalones cada uno.

MÁXIMO. Es la ira que aún está vibrando... No la provoque usted. Ni la provoco, ni la temo... porque me maltratas y yo te perdono. MÁXIMO. ¡Que me perdona!...¡a ! Se empeña usted en que yo sea homicida, y lo conseguirá. Enfurécete, grita, golpea... Aquí me tienes inconmovible... No hay fuerza humana que me quebrante, no hay poder que me aparte de mis caminos.

Reina la vida del hormiguero: un hormiguero de percherones gigantescos, de carros monstruosos, de toda clase de vehículos. El vendedor de periódicos, rosado y risueño, salta como un gorrión, de tranvía en tranvía, y grita al pasajero ¡intanrsooonwoood!, lo que quiere decir, si gustáis comprar cualquiera de esos tres diarios, el Evening Telegram, el Sun o el World.

»No es posible me grita una voz, es una locura; ¡ apenas te atrevías a alzar los ojos hacia ella como hacia una divinidad, y ella es quien ahora se arroja al cuello de un hombre que no la merece! »Tenía miedo de tocarla; sin embargo, fue necesario que la levantara, y cuando la tuve en mis brazos, se puso a sollozar amargamente, como si hubiera querido llorar hasta morir.

Mas cosas les por mis oidos, Que un poco de su lengua ya entendia, Gritaban, daban voces, alaridos, Con su grita la tierra estremecia. Cual indio la perneta, cual fingidos Motines y ademanes, cual hacia Que cae en tierra triste y desmayado, Y en un punto veréisle levantado.

El tío Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide canturriando con su áspera voz esta copleja: «Por goloso y atrevido muere el pez en el anzuelo; porque yo no soy goloso en paz y libre navegoSuponte ahora, lector, que estamos en un día de fiesta. ¡Bolina!... ¡Bolina! grita la voz de Tremontorio. ¿Qué hay? responde Bolina saliendo al balcón.

Entonces todos los ojos se vuelven hacia Nolo de la Braña, que allá lejos seguía departiendo con Demetria sin acercarse al teatro de la lucha. Nolo le grita uno, Matías de Langreo nos ha vencido á todos. ¿Quieres probar tu fuerza? Si os ha vencido á todos, ¿por qué no ha de vencerme á ? replica con orgullosa malicia el héroe de la Braña. Todos deploran que no tome parte en el certamen.

Ante una larga mesa cargada de cerveza están sentados una porción de antiguos condiscípulos, pilluelos la mayor parte, a los que evitaba en otro tiempo. Se le rodea, se le invita a beber y se le obliga a tomar asiento. ¿Por qué te dejas ver tan poco, Juan? le grita uno desde el extremo de la mesa. ¿Dónde te metes de noche?

Su nuera aparece en el suyo, más desaliñada que nunca, con la cara roja como un pimiento seco y con la crin suelta, en medio de una espesísima nube de humo, ¡aparición verdaderamente infernal!; saca medio cuerpo fuera de la balaustrada, y con voz ronca y destemplada, grita, mirando al piso segundo: ¡Tía!...

De repente se oye un crujido... ¿Qué es eso? ¿Qué pasa?... El timón se ha ido dice un marinero calado de agua, el cual cruza corriendo el entrepuente. ¡Buen viaje! grita ese loco de sargento; pero esto ya no hace excitar la risa. Gran barullo sobre el puente. La bruma impide verse. Los marineros van de un lado para el otro horrorizados, a tientas... ¡Ya no hay timón!

Palabra del Dia

rigoleto

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