Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de junio de 2025


Va al Brasil por sus negocios. Su mujer ostenta a todas horas un collar enorme de perlas; pero son menores que las de la esposa del gringo, y esto hace que las dos se miren con el rabillo del ojo apretando los labios... Vaciló un momento para reconstituir en su memoria la lista de los ausentes. Hay también unos americanos del Norte, en los que habrá usted reparado por el ruido que mueven.

149 Yo no porqué el gobierno nos manda aquí a la frontera gringada que ni siquiera se sabe atracar a un pingo. ¡Si creerá al mandar un gringo que nos manda alguna fiera! 150 No hacen más que dar trabajo, pues no saben ni ensillar; no sirven ni pa carniar: y yo he visto muchas veces que ni voltiadas las reses se les querían arrimar.

Una mañana, estando de servicio en el Mercado, don Morales se tropezó con cierto gringo corpulento, forzudo y rojo, al que había conocido años antes en el Paraguay. ¡Don Macperson!... ¡Qué sorpresa! ¿Cómo le va?... Se abrazaron. El policía lo despreciaba, como á todos los extranjeros, pero al mismo tiempo sentía por él una gran admiración.

Toda la ginebra descendida á su estómago pareció alborotarse con la sospecha de que el gringo no creía en su valor y tenía por mentiras las hazañas que llevaba realizadas. De su español aprendido en Buenos Aires, prefería el escocés una palabra que siempre había irritado á Morales. Cuando le contaban cosas inverosímiles, levantaba los hombros, diciendo con desprecio: ¡Macanas!... ¡Todo macanas!

Desgraciadamente añade el buen gringo prefirieron su independencia nacional a nuestros algodones y muselinas» . Sería bueno proponerla a la Inglaterra, por ver no más cuántas varas de lienzo y cuántas piezas de muselina daría por poseer estas llanuras de Buenos Aires.

Adivinó que en el pensamiento del gringo estaba resonando incesantemente la misma palabra en aquellos momentos. «¿Las valentías del cabo Morales? ¡Macanas! ¡Todo macanasEl deseo de verse admirado le hizo ser humilde y revelar su secreto. Vea, don Escocés. Si soy valiente, reconozco que no hay en ello gran mérito. Aunque quisiera ser cobarde, no podría.

Elena se presentó en la estancia para ver el cadáver de su madre, y Desnoyers, que llevaba más de un año sosteniendo á los fugitivos á espaldas del suegro, aprovechó la ocasión para vencer el enojo de éste. La perdono dijo el estanciero después de una larga resistencia . Lo hago por la pobre finada y por ti. Que se quede en la estancia y que venga con ella el gringo sinvergüenza. Nada de trato.

Ya cantó el gringo murmuró Jacinto. ¿Con qué piensas pagarlos? preguntó otra vez Esteven. Silencio prolongado, obstinado de Jacintito.

El joven hizo gestos de asombro y contestó con una voz lenta y algo torpe, que estropeaba las sílabas, dándolas una pronunciación extranjera: ¡Tanto tiempo!... ¿No nos hemos visto esta mañana? Ella remedó su acento al repetir sus palabras: ¡Tanto tiempo!... Y aunque así sea, gringo desagradecido, ¿le parece á usted poca cosa no haberse visto desde esta mañana?

Los dos rieron con un regocijo infantil. Habían retrocedido hasta donde aguardaba el caballo, y Celinda se apresuró á montar en él, como si se considerase humillada y desarmada permaneciendo á pie. Además, «el gringo», á pesar de su alta estatura, quedaba de este modo con la cabeza al nivel de su talle, lo que proporcionaba á Flor de Río Negro la superioridad de poder mirarlo de arriba abajo.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando