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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Partían de los muelles escarchados y brumosos del Báltico; de los puertos ingleses negros de hulla, en cuyo ambiente grasoso flota un perfume de y tabaco con opio; de las costas de Francia oceánica, que oponen sus bancos vivos de mariscos y los pinares de sus landas a los asaltos del fiero golfo de Gascuña; de las bahías de España, copas de tranquilo azul, en las que trenzan sus aleteos las gaviotas asustadas por el chirrido de una grúa o el mugido de una sirena; de las escalas del Mediterráneo, adormecidas bajo el sol; ciudades blancas con la alba crudeza de la cal o la suavidad aristocrática del mármol; ciudades que huelen en sus embarcaderos a hortalizas marchitas y frutos sazonados, y envían hasta los buques, con el viento de tierra, la respiración nupcial del naranjo, el incienso del almendro, rasgueos briosos de guitarra ibérica, gozoso repiqueteo de tamboril provenzal, arpegios lánguidos de mandolina italiana.

Cuando subió á su vivienda, vió que la servidumbre trabajaba ya en torno de las cocinas, preparando el gigantesco almuerzo. Ocupó Edwin su escabel, apoyando los codos en la mesa; pero al abarcar con su vista la planicie de madera, tuvo un agradable encuentro. Había alguien más que los atletas que dormitaban junto á la grúa.

La grúa hasta funcionó sobre su corazón para sacar del bolsillo más alto de su chaqueta un gran disco sujeto por una cadenilla á un orificio abierto en la tela; un disco de metal grosero, con una cara de una materia transparente muy inferior á nuestros cristales; máquina ruidosa y primitiva que sirve entre los Hombres-Montañas para marcar el paso del tiempo, y que haría reir por su rudeza á cualquier niño de nuestras escuelas.

Gruesos á las líneas y grúa ó anchos de las ligazones; altura de bragada de las cuadernas, si llevaba sobrequilla y cuáles eran sus dimensiones. Espesores de los forros, y si llevaba cintas, cuál era su grueso. Si llevaba bulárcamas ó sobreplanes exteriores é interiores, cómo iban dispuestos y cuáles eran sus dimensiones.

En pocos minutos todos aquellos objetos fueron colocados en la chalupa, asegurados con cuerdas, y los víveres, las armas y las municiones envueltos en una gruesa tela impermeable. Ahora botémosla al mar con la grúa de popa dijo el Capitán. ¿No la estrellarán las olas contra la nave? preguntó Van-Horn.

Se detuvo el profesor un instante para agregar con alguna malicia: Y yo pude afirmar además, de un modo concluyente, que es usted un verdadero gentleman, porque he ordenado á dos de mis secretarios que volviesen las hojas de un libro más grande que mi persona, con tapas de cuero negro, que nuestra grúa sacó de uno de sus bolsillos. He podido leer rápidamente algunas de dichas hojas.

Al llegar, su motor lanzaba tres rugidos, é inmediatamente descendía de lo alto un cable con dos ganchos que sujetaban automáticamente el plato. Una grúa fija en el borde de la mesa subía el enorme redondel de metal repleto de viandas humeantes. Varios hombres de fuerza se agarraban á sus bordes al verlo aparecer, empujándolo hasta las manos del coloso.

Y el gigante, al reconocerle, volvió á su actitud tranquila. Fué para Flimnap una gran desgracia que los atletas de la servidumbre hubiesen abandonado la grúa monta-platos, pues se vió obligado á ascender por una de aquellas terribles rampas que le infundían pavor.

En vista de la conformidad del gigante, el catedrático fué hasta el borde de la mesa dando órdenes á gritos, y los atletas que maniobraban la grúa para subir los alimentos pusieron en actividad otra vez el plato que servía de ascensor. Una vez llegado éste arriba, seis de los hombres forzudos cargaron con un libro del mismo tamaño que el cuaderno empleado por Gillespie para sus notas.

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