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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Luego, con movimiento rápido, el loco separó los obstáculos de la entrada; el aire glacial penetró por la bóveda y los vapores se esparcieron en el cielo inmenso, retorciéndose y escapándose por encima de la peña, como si los muertos de aquel día y los de los pasados siglos hubiesen vuelto a comenzar en otras esferas el combate eterno.

Los niños cambian con su madre sonrisas y miradas, pero atienden con más empeño á su padre. La fisonomía indiferente y glacial de éste atrae sus ojos con singular insistencia, como si despertase en ellos una gran curiosidad. No pasa un instante sin que ó uno ú otro tengan sus miradas clavadas en él.

A estas insufribles molestias se unió el frío. Sus pies desaparecían en el agua, y desde lo interior del cañón de ladrillo venía un aliento glacial que le empujaba hacia afuera. ¿Qué haría? Determinose entonces en él ese fenómeno de observación retrospectiva que suele acompañar a las situaciones de gran perplejidad.

No obstante, en la glacial atmósfera los cortadores de madera sudan á chorros porque manejan el hacha y cada golpe descargado sobre el tronco del árbol, pone en movimiento todos sus músculos.

El doctor pensó que las que habían huido para evitarse su presencia eran las de Lizamendi. Aquella voz que protestaba era, sin duda, la de su mujer. La entrevista fué glacial, sin que la esposa del millonario hiciese el menor esfuerzo por disimular la antipatía que le inspiraba el médico. Sus ojos azules le miraban con fijeza desdeñosa. ¿A qué se presentaba allí? ¿Quién le había llamado?

La atroz convicción de que la puerta de la casa de sanidad iba a cerrarse sobre su hija querida, le oprimía el corazón y hacía correr por todo su cuerpo un frío glacial. Después de haber permanecido un rato inmóvil y como inerte, una inspiración brusca y misteriosa la hizo erguirse vivamente con un rayo de alegría en los ojos.

La calentura le exaltaba breves instantes, pero luego sobrevenía la extenuación. La carne toda se sentía fenecer. Era una sensación glacial, tenebrosa.

La persona del conde de Sorege le fué antipática desde el primer momento. Aquel personaje circunspecto y glacial que no decía nunca sino la tercera parte de lo que pensaba y no miraba jamás á los ojos de las personas, le desagradaba extraordinariamente. Era el antípoda de su modo de ser.

El la llamó varias veces: ¡Aixa! ¡Aixa! ¡Aixa! palpándola los brazos, las mejillas, la garganta, los pechos; pero ella enmudecía, cadavérica y glacial sobre el mármol. Quiso calentarla la boca con la suya; y, presa él mismo de perversa tentación, la cubrió de apasionadas caricias. Nunca la halló más extraña y más dulce.

¿Un pez?... ahora mismo le dijo su futura mamá, que estaba nerviosísima, sintiendo toda aquella vibración glacial de las estrellas dentro de su alma. En la calle de Toledo volvieron a sonar los cansados pianitos, y también allí se engarfiñaron las dos piezas, una tonadilla de la Mascota y la sinfonía de Semíramis.

Palabra del Dia

rigoleto

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