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Actualizado: 27 de mayo de 2025
El autor de la novela ya citada, de Alonso, mozo de muchos amos, traza un cuadro parecido de los sufrimientos de los actores, cuando, como los gitanos, han de encaminarse de un pueblo á otro cada quince días, lloviendo y nevando .
También nos ofrece en ella las astucias, de que se vale un rústico labrador para ganar su sustento en el mercado de la ciudad. La farça de los Cigannos es una pintura agradable de la vida y costumbres de los gitanos, aunque sencilla en sumo grado y casi desprovista de acción.
Pepe el cobrador relatábale las costumbres y rarezas de aquellas gentes, a las que él llamaba «su ganado». Existían dos grandes divisiones en el vecindario de las Cambroneras, cuyos límites nunca llegaban a confundirse; a un lado los payos, que eran los menos, y al otro los gitanos, que constituían la mayor parte de la población.
Largo, granuja; esos señores no quieren ná con los gitanos. Alcaparrón se alejó con aire humilde, pero dispuesto a volver apenas desapareciese el señor Rafael, el cual entrose en la cuadra para ver si los caballos del amo estaban bien cuidados. Cuando pasada una hora volvió el aperador al lugar de la fiesta, vio sobre la mesa muchas botellas vacías.
Al atravesar una espléndida plaza, interesante por recuerdos históricos, dimos con una esplanada vecina, llena de gente y animales. Celebrábase en aquel momento un mercado característico de los Gitanos. Todos los vendedores eran de esa raza, mientras que los compradores pertenecían á la nacional. Donde quiera grupos de gente, de vestidos caprichosos ó tristes.
El uno ostenta sobre sus lomas superpuestas la Alhambra y el Jeneralife; el otro, el mas occidental, le hace frente en línea paralela y da asiento sucesivamente á las capillas y el seminario del Monte Santo y al extraño barrio del Albaicin, poblado por familias de Gitanos.
Entró Andrés en la una, que era la mayor del rancho, y luego acudieron a verle diez o doce gitanos, todos mozos y todos gallardos y bien hechos, a quien ya la vieja había dado cuenta del nuevo compañero que les había de venir, sin tener necesidad de encomendarles el secreto; que ellos le guardan con sagacidad y puntualidad nunca vista.
¡Par Dios, señor Andrés! dijo uno de los gitanos , que aunque la mula tuviera más señales que las que han de preceder al día tremendo, aquí la transformáramos de manera que no la conociera ni el dueño que la ha criado. Con todo eso respondió Andrés , por esta vez se ha de seguir y tomar el parecer mío. A esta mula se ha de dar muerte, y ha de ser enterrado donde aun los huesos no parezcan.
A la caída de la tarde iban llegando las mujeres, cansadas de todo un día de correteo por Madrid. Los estómagos vacíos estremecíanse al aproximarse estos mensajeros de la abundancia. Reconocíanlas los gitanos apenas llegaban a la cuesta de las Cambroneras. Por allí vienen la Buchichi y la Pique decían los que jugaban a los bolos, avisando a los maridos.
Lo único que le interesaba de todo aquello, era la seguridad de continuar en Matanzuela. El amo le pidió después noticias del cortijo. Y escuchó, con aire de aburrimiento, las explicaciones de Rafael. Total, nada: ya sabemos cómo exageran los gitanos. Eso pasará. ¡Un susto, por un novillo suelto!... ¡Si eso es una broma corriente!
Palabra del Dia
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