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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Hecho esto, todas las gitanas viejas, y algunas mozas, y los gitanos, se esparcieron por todos los lugares, o, a lo menos, apartados por cuatro o cinco leguas de aquel donde habían asentado su real.
Al despedirse de Salvatierra le tendió su mano de mulato, repitiendo que le esperaban en la gañanía y que la gente andaba revuelta al saber que un presonaje tan alto estaba en Matanzuela. Cuando se fue, el aperador habló a don Fernando de los Alcaparrones y otros gitanos del cortijo. Eran familias que trabajaban años y años en la misma finca, como si formasen parte de ella.
A todo se halló presente Preciosa, y otras muchas gitanas, viejas y mozas, que las unas con maravilla, otras con amor, le miraban: tal era la gallarda disposición de Andrés, que hasta los gitanos le quedaron aficionadísimos.
Muy duras estaban; pero él, como labriego experto, quería trabajarlas poco á poco, por secciones; y marcando un cuadro cerca de su barraca, empezó á remover la tierra ayudado por su familia. Los vecinos burlábanse de todos ellos con una ironía que delataba su sorda irritación. ¡Vaya una familia! Eran gitanos como los que duermen debajo de los puentes.
Finalmente, con la sumaria del caso y con una gran cáfila de gitanos, entraron el Alcalde y sus ministros con otra mucha gente armada en Murcia, entre los cuales iba Preciosa y el pobre Andrés, ceñido de cadenas, sobre un macho, y con esposas y piedeamigo. Salió toda Murcia a ver los presos; que ya se tenía noticia de la muerte del soldado.
Un curioso espectáculo me llamó la atención, al recorrer la ciudad hacia extramuros, en solicitud de la Cartuja, el Albaicin y el Monte-Santo. Me había prometido ver á los Gitanos en su barrio y contemplar sus extrañas danzas en medio de las ruinas de la Alhambra.
Sólo quedaban los gitanos y las bandas de muchachas que bajaban a la escarda confiadas a la vigilancia de sus manijeros. El amo recibía con satisfacción estos informes. No le gustaba divertirse teniendo a la vista a los jornaleros, gentes envidiosas, de corazón duro, que rabiaban con la alegría ajena y andaban después propalando los mayores embustes.
A su tío, a Gabriel, que iba para santo, y sin embargo, después de hacer la guerra como un lobo, rodaba por el mundo lo mismo que los gitanos. Gabriel no protestó del concepto que la tía se forjaba de su pasado. Y después de la fuga, ¿qué ha sabido usted de la chica?
Los Gitanos nunca se mezclan con los Españoles sino para especular; su hogar es puramente gitano; y jamas se ha conocido una hija de esa raza entre las mujeres perdidas de Granada.
Admirábase en la primera la gracia natural y distinguida, con que imitaba el lenguaje y las costumbres de los gitanos: esta bella mezcla de gracia, de ingenio y de nobleza, caracterizaba de una manera inimitable á una doncella viva y apasionada, pero desdeñosa y llena de caprichos, descubriéndose al cabo que es hija de padres de una posición respetable.
Palabra del Dia
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