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Actualizado: 17 de julio de 2025
Sanguijuelas del país y del pobre que trabaja, ¡repuño!... Ellos gastan lo nuestro... Pero ya, ya verán, ¡puño! El mejor día... de aquellas cosas que pasan... El mundo da una vuelta, y palante... Ahora nos toca a nosotros. De consiguiente, venga dinero. Que todo se reparta como es debido. Y el que no trabaje que no coma. Lo mismo pienso yo.
Hace ya muchos años que se miran y llevan por cuenta los vestidos, los coches, los caballos, los queridos, las pulseras, el colorete y hasta los lunares que gastan; así que, ordinariamente, se habla muy poco: sólo de vez en cuando alguna dama comunica a su compañera en voz baja y estilo telegráfico ciertas observaciones de poca monta: ¿Has visto a Bermejillo? Sí. ¿Va detrás de Enriqueta? Sí.
Las indias gastan quiapí, lo mismo que los indios, con la diferencia de que no lo atan por la cintura, sino por el pescuezo, que lo apuntan con unos punzones de fierro pequeños, teniendo las cabezas de ellos como espejos de plata ó de hoja de lata, y desde la cintura un tapa-rabo corto, á medio muslo por delante.
Si se le decía que los cocineros son más caros y gastan más, respondía: Amigo, el que no sea rico que no coma. Por lo demás, él era socialista, pero en otras materias. Cuando entraron en la cocina los señoritos, Pedro volvió a su continente habitual, al gesto displicente que usaba con las criadas y con los caseros que traían las provisiones desde la aldea, remota a veces.
Por mejor decir, se ha traducido con una graciosa libertad que mantiene vivo dentro de él el genio español en estrecha alianza con el británico. A más del título, pertenece al inglés todo el aparato o exterior de la sociedad. Los miembros se ponen indefectiblemente el frac por las noches si es invierno, el smoking si es verano; los criados gastan calzón corto y peluca.
Y adiós, que va a salir el correo, y además tengo los pulmones de una rana en el porta-objetos del microscopio, y voy a ver qué casta de respiración gastan las señoras ranas. Acuérdate de rezar un poquito, ¿eh? y bajaremos los humos. La bendición de Dios y de San Ignacio sean contigo, chiquilla.
Su cultura es como un capital que se aumenta cada día, tanto por nuevas ganancias como por los réditos que no se gastan y que se van acumulando. Lo que niego es que el arte, como arte, progrese a par de dicha cultura. Yo no gusto de defender paradojas.
Tuestan el maíz hasta que se hace carbón, y después bien pisado ó molido le ponen á cocer en unas grandes calderas ó paylas de barro, y aquella agua negra y sucia que sacan, es toda la composición de la chicha, de que ellos gustan tanto que gastan buena parte del día en brindis, no durando el trabajo en el campo sino desde la mañana hasta el medio día; mas aunque prometieron ellos dejar sus antiguas diabólicas supersticiones, no las olvidaron tan fácilmente.
No era uno de esos boticarios desgraciados que van en busca de una clientela a las localidades nuevas y que gastan todo su haber en hacer morir de hambre a su único caballo; por el contrario, era un hombre de posición acomodada, tan capaz de sostener una mesa superabundante como el más rico de sus clientes. Desde tiempo inmemorial, el doctor de Raveloe era un Kimble.
Arrastraban sillas, sonaba el piano y después el taconeo de los danzantes. Bailaban. «¡Y todo esto lo he traído yo! ¡Y bailan sobre las ruinas! ¡Los Reyes se arruinan; la casa Valcárcel truena... y el último ochavo lo gastan alegremente entre todos estos pillos y viciosos que he metido yo en casa!». «¡Empezó él!, decía ese tunante. ¡Y tiene razón! Yo empecé, y aún debo, aún debo... lo robado.
Palabra del Dia
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