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Actualizado: 4 de julio de 2025


Pero, como si la ciudad se avergonzara de que el extranjero la vea celebrar sus solemnidades a la moda de aldea, aquellos populares festejos se han desterrado a los barrios extremos, y ha quedado la gran plaza solitaria y fría, en medio de los resplandores de sus luces de gas. Después... los desengaños, la miseria, la vejez. ¿Qué mucho que le pareciera ahora, todo negro y todo triste?

Aquellas imágenes a la luz del día recordaban vagamente las decoraciones de un teatro vistas al sol y a los cómicos en la calle sin los esplendores del gas de las baterías. Pero Anita no pensaba en esto.

Los teatros llaman con sus rótulos de gas, las tiendas atraen con el charlatanismo de sus escaparates, los cafés fascinan con su murmullo y su tibia atmósfera en que nadan la dulce pereza y la chismografía. El vagar de esta hora tiene todos los atractivos del paseo y las seducciones del viaje de aventuras. La gente se recrea en la gente.

Sobre ambos, un farol de gas alumbraba con rojiza luz aquella escena indefinible en que la necesidad desesperada, de un lado y la integridad vacilante de otro, se batían con furor. ¡Dinero y hermosura, sois los dos filos de la espada de Satanás! «Soy pobre repitió Miquis, haciendo un esfuerzo ; vete a París. ¡Augusto!». Augusto sintió cólera.

Si Sevilla interesa durante el dia, por los caprichos de sus calles empedradas, estrechas y tortuosas, por el esplendor de sus casas modernas, sus hoteles y cafés, por la magnificencia de su plaza de toros, por la majestad ó el primor de sus monumentos, por su actividad industrial y mil circunstancias, durante la noche, á la doble luz de la luna de mayo y del gas de millares de faroles, tiene un encanto particular.

Desde dentro del jardin de las Tullerías, alcanzábamos á ver en dos filas simétricas los muchos faroles de gas que alumbraban los campos Elíseos, hasta el mismo arco de la Estrella, presentándose á nuestros ojos aquellas dos filas como dos columnas flotantes de fuego.

¿En la postura que yo digo? ¡Quiá!; no, señor. Estoy de baile, como iba el domingo cuando usté nos encontró junto á la fábrica del gas. Por cierto que no quiso usted mirarme. ¡Como iba usted tan entretenida!... ¡Si éramos ocho ó nueve! ¡Pero qué nueve, Teresa! Parecían ustedes un coro de Musas. Usté siempre poniendo motes á todo el mundo.

Estaba como la humanidad antes de la venida del Mesías, a oscuras, apagado el gas... . No me condenes, no, no, no me condenes sin oírme... Jacinta no sabía qué hacer.

Más de media hora ardió con toda su fuerza el informe montón de leños ennegrecidos, que al carbonizarse se cubrían de rojas escamas. Algunos maderos estaban erizados de innumerables y pequeñas llamas, como si fuesen cañerías de gas. La muchedumbre se alejaba, con la esperanza de ver algo en las otras fallas.

Lo que habían hecho con él había sido celebrar el aniversario 25 de la exaltación de Pío Nono al Pontificado, colgando los tapices de gala y sacando a relucir los aparatos de gas, con que iluminaban la fachada en las grandes solemnidades.

Palabra del Dia

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