Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de junio de 2025
Los mozos encendieron el gas, y continuó el tertulín de la tarde empalmándose con el de la noche. Algunos fueron a cenar y volvieron. A las ocho en todo el Casino no se hablaba más que del duelo.
El ladrón sería algún descreído o espirt fort, de esos que pululan en este siglo del gas y del vapor, pensará el lector. Pues se lleva un chasco de marca. En aquellos tiempos una excomunión pesaba muchas toneladas en la conciencia. Tres años transcurrieron y la estaca no parecía.
Por calles traviesas me hago conducir hasta la altura del Arco de Triunfo, echo pie a tierra, enciendo un buen cigarro, trabajo por la moral pública ocultando mi reloj para evitar tentaciones a los patriotas extranjeros y heme al pie del monumento, teniendo por delante la Avenida de los Campos Elíseos, con su bellísima ondulación, literalmente cuajada de gente e iluminada a giorno por millares de picos de gas y haces de luz eléctrica.
Generalmente, el vapor de agua suspendido en las capas inferiores del aire no se encuentra en cantidad bastante considerable para convertirse en nube y caer trocada en lluvia: la atmósfera en que flota la sostiene en estado de gas invisible.
Vio el portal de la casa de Santa Cruz, y sus miradas se internaron con recelo por aquella cavidad ancha, de estucadas paredes, y alumbrada por mecheros de gas. Ver esto y pararse en firme, con cierta frialdad en el alma, sintiendo el choque interior de toda velocidad bruscamente enfrenada, fue todo uno.
Vamos a donde quieras, hombre. ¡Si parece que estás loco!». Bajaron a la Ronda, y el marroquí, conocedor de aquel terreno, guió hacia la fábrica del gas, dejándose llevar por su amiga cogido del brazo. Por angostas veredas pasaron al paseo de las Acacias, sin que la buena mujer pudiera obtener explicaciones claras de los motivos de aquella extraña desazón.
La noche era digna del día: en el cielo de aterciopelado azul centelleaban claras y vivas las estrellas; el gas de las innumerables tiendas con que Bayona explota la vanidad de los españoles pudientes y trashumantes, ponía a las obscuras manzanas de casas un collar de luz, y en los escaparates se lucían, con todos los tonos de la escala cromática, telas ricas, porcelanas y bronces caprichosos, opulentas joyas.
De pronto ardió un fósforo y acto continuo la luz violenta del gas iluminó toda la habitación.
Molestábale también la costumbre que allí había de quitar gas a las diez de la noche cuando se iban los tales alumnos. El local se quedaba medio a oscuras, no volviendo a ser bien alumbrado hasta las doce, hora en que venían a cenar los bolsistas. A Rubín le cargaban también los dichosos bolsistas, que no hablaban más que de dinero.
Calló por discreción, pero ordenó a los criados que colocaran más alta la lámpara. Así nadie podría quitarle luz ni apagarla. Pero resultó una desigualdad irritante, porque Mesía, poniéndose de puntillas, llegaba todavía a la llave del gas. De las tres hijas de los marqueses, dos, Pilar y Lola, se habían casado y vivían en Madrid; Emma, la segunda, había muerto tísica.
Palabra del Dia
Otros Mirando