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Actualizado: 10 de junio de 2025


Temblaban de miedo al entrar en ciertas gargantas en cuya oscuridad brillaba el fogonazo y silbaba la bala, al no obedecer ellos al ¡boca abajo! de los guardias emboscados. Algunos compañeros habían muerto en estos malos pasos. Además, los enemigos se vengaban de las largas esperas al acecho y de la inquietud que les inspiraban los caballistas, dando tremendas palizas a los de a pie.

Descargadas las armas contra los más cercanos, echaron mano de las hachas, de los arpones y hasta de los remos, y se defendieron con valor sobrehumano, golpeándolos furiosamente en los cráneos y en las mandíbulas, hasta romperles los dientes o herirles las gargantas.

En efecto, ademas de 19 torrentes, casi todos cristalinos, que recibe en sus márgenes el lago de Thun, su caudal se acrecienta por la ribera izquierda con las aguas muy turbias del Kander y el Simmen reunidos, rios algo considerables que descienden, por estrechas gargantas y angostos valles, de las neveras situadas al sur del grupo resplandeciente de Jungfrau.

De ese modo, el territorio suizo tiene tres temperaturas simultáneas de primer órden, determinadas por el sol, la altura atmosférica y las corrientes de aire que descienden de las heladas montañas por los boquerones ó gargantas estrechas.

El fogón de la buñolería era un pebetero de la peor especie, que perfumaba de grasa toda la plazuela, irritando pegajosamente los olfatos y las gargantas.

Ya se me figuraba hallarme cerca del lugar tan deseado, después de un día de marcha fatigosa: el sendero iba haciéndose más practicable, y parecía descender suavemente al fondo de una de las gargantas de la sierra, que presentaba el aspecto de un valle risueño, a juzgar por los sitios que comenzaba a distinguir, por los riachuelos que atravesaba, por las cabañas de pastores y de vaqueros que se levantaban a cada paso al costado del camino, y en fin, por ese aspecto singular que todo viajero sabe apreciar aun al través de las sombras de la noche.

Las montañas severas, poseídas de súbito enternecimiento, hicieron resonar la voz del soldado, conduciéndola muy lejos al través de sus gargantas y quebraduras. Entabláronse animadas conversaciones en la tropa que se suspendían cada vez que el soldado andaluz lanzaba al aire una copla. Los presos continuaban en su obstinado silencio.

Otra vez, ¿dónde está mi Tequendama? El volumen de sus aguas es infinitamente inferior al del Niágara, pero se precipita de una altura ocho veces mayor. Su voz poderosa reina solitaria y altiva entre las gargantas de la montaña, sin confundirse con el rechinar de las máquinas a vapor o con el crujir de las ruedas de molino.

¡Maestro, balas! ¡pronto, balas! ¡Balas! ¡santo Dios, qué cañonazos! si vais tan de prisa durante un cuarto de hora, las gargantas de nuestros cañones se secarán pronto. Tomad, hijos míos, y cuidadlas bien, son las últimas. Entonces el señor Durand abandonó el saco de artillero para tomar el martillo del calafate, y se precipitó hacia la bodega para tapar la vía de agua.

Pero un muchacho, sacando medio cuerpo fuera de la valla, respondió desde abajo, alzando los puños: ¡No! ¡No! ¡Al fuego y a cenar con el Demonio! Entonces nueva explosión de odio santo y homicida estalló en todas las gargantas: ¡Al fuego! ¡al fuego! Y los condenados comenzaron a desfilar entre un clamor sibilante y bravío comparable a la crepitación de un incendio.

Palabra del Dia

irrascible

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