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Actualizado: 6 de junio de 2025


Y, al final, acababa por llevarse el puente, ya que el caso era llevarse algo. Se le daba un puente al pueblo que necesitaba un puerto, y el que esperaba el puente tenía que arreglárselas con un grupo escolar. El marqués de Riestra, padre espiritual de todos los políticos gallegos, aportaba a las obras sus maderas, sus ladrillos, su cemento y sus otros materiales de construcción.

Que él habia bien mirado y medido todo, desde el puerto Gallegos, sin encontrar parage alguno apto para formar en él una colonia, por la esterilidad del terreno, y falta de leña y agua.

Los gallegos huían á su tierra así que se iniciaba una huelga y aparecía en las minas la guardia civil. Habían venido á ganar dinero y evitaban los conflictos pasando por toda clase de explotaciones y abusos.

Un poco mas al sur de dicha punta descubrieron una boca grande, y dando fondo, salió el piloto Varela á registrar si era el rio de Santa Cruz, ó el rio de Gallegos, ó algun otro puerto: que volvió al anochecer, sin haber hallado entrada por la parte en que estaban ancorados; que la entrada se descubria, por la costa del sur, y era necesario montar una punta de un bajo largo, en el cual reventaba el mar.

Es decir, gallego no; pero ya sabe usted que en mi tierra nos queda la fea costumbre de llamar «gallegos» a todos los españoles. Era de cerca de Burgos, y yo he hecho en dos automóviles, con toda mi familia, el viaje de París a Madrid sólo por ver el pueblo de donde procedemos.

Aparecía como contratista un tal Albert, de origen belga, que había empezado por introducir paños extranjeros con mala fortuna. Este Albert era hombre muy para el caso, activo, despabilado, seguro en sus tratos aunque no estuvieran escritos. Fue el auxiliar eficacísimo de Casarredonda en sus valiosas contratas de lienzos gallegos para la tropa.

Dicho crucero era como un segundo departamento del café, y estaba invadido por estudiantes, en su mayoría gallegos y leoneses, que metían una bulla infernal. Como todo esto que cuento se refiere al año 74, natural es que en el café se hablara principalmente de la guerra civil.

La tal corriente añadió Ferragut fué una de las causas que precipitaron la decadencia de las marinas mediterráneas en el siglo XVI. Había que ir á las Indias recién descubiertas, y el marino catalán ó el genovés permanecían aquí en el estrecho semanas y semanas luchando con la atmósfera y el agua contrarias, mientras los gallegos, los vascos, los franceses é ingleses, que habían salido al mismo tiempo de sus puertos, estaban ya cerca de América... Por fortuna, la navegación á vapor nos ha igualado á todos.

Todos estos americanos aceptaban con despectivo silencio el acordeón y los bailes de gallegos y de gringos, hasta que al fin cualquiera de su clase reclamaba á gritos los bailes de la tierra. Esta exigencia, hecha con tono amenazador, obligaba á retirarse á las parejas que danzaban agarradas, á estilo europeo.

Repito que nunca me he dado cuenta exacta de aquella situación de espíritu: fue algo parecido a esa tristeza que les da a los gallegos cuando pasan mucho tiempo fuera de su tierra; pero mezclada, aunque yo no deba decirlo, con cierta bondad de alma que me impulsaba a disculpar y perdonar todo el mal recibido. En fin, que me planté en el pueblo.

Palabra del Dia

rigoleto

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