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Actualizado: 6 de junio de 2025
Á los postres acudieron las anécdotas, los sucedidos, los apropósitos, la chismografía de buen género y todo el vocabulario de gente joven y de buen humor. Con las superfluidades y dicharachos del momento vino el picaresco cuento con sus indispensables gallegos y andaluces, y tras la facundia de estos y el engaño de aquellos, se recordaron escenas amorosas.
Es la poblacion que habla con mas pureza y elegancia la lengua, con excepcion de los gallegos. Los espíritus son penetrantes, concentrados y maliciosos. El aticismo de lenguaje es general, y se tiene un gusto particular por los epígramas y adagios. La moralidad en las costumbres es muy superior á la de toda la España arábiga.
Yo quiero suponer que en España, no sólo no hubo unidad de Estado, sino que ni unidad de nación hubo hasta fines del siglo XV. Supongo, además, ó doy por cierto, pues sobre esto no disputo, que antes no hubo verdaderamente españoles, sino portugueses, gallegos, castellanos, aragoneses y catalanes.
El sábado 20 de Septiembre de 1845, Thiers llegó á Sevilla en la Diligencia, hospedándose en la posada de Europa, establecida en la calle de Gallegos, y como quiera que ya de la visita tenían anuncio las autoridades y algunas personas de significación, acudieron éstas á saludarle á su alojamiento, pero se retiraron de él mohinas y contrariadas, cuando los de la posada les hicieron presente que el viajero se había retirado á su habitación, dando orden terminante de que á nadie en absoluto recibiría.
Yo me eché a reír, adivinando que se figuraba que todos los gallegos eran criados o mozos de cuerda. Se puso un poco colorada y dijo: No es por nada malo... no crea usted que yo quiero rebajarlos. En los días sucesivos observé que el sentimiento de conmiseración por la desgracia de haber nacido en Galicia no se desvanecía, mostrándome cierta simpatía y benevolencia no exentas de protección.
También se podría sostener que el ruido de unas botas nuevas anima al que las lleva y le impulsa a continuar su camino... Dicen que sirve como de bocina para avisar a los carros que vengan en dirección contraria, y es indudable que al ruido de unas botas nuevas cabría atribuirle asimismo un objeto muy semejante... Yo me he pasado horas y horas oyendo la voz de los carros gallegos.
Desde San Julian al puerto de Santa-Cruz es la tierra rasa, y hace barrera alta en la orilla del mar: hállase en todo el intermedio buen fondo. De Santa-Cruz al rio Gallegos vuelve á ser la tierra moderadamente alta, y luego hasta el cabo de las Vírgenes es la costa baja.
Los circunstantes entonces, con una gran finura, han confirmado que, en efecto, no se me notaba nada el que yo fuese gallego. Y luego no ha faltado nunca alguien que dijese: Si hay gallegos «muy bien». ¡Cuando un gallego sale listo!... ¡Ya lo creo! ha añadido algún otro señor en este momento . Hay gallegos que llegan a ministros y todo. Ahí tiene usted a Besada. Y a Montero Ríos...
Maltrana, cogiéndola del talle, la hablaba al oído, cosquilleándole una oreja con su aliento. Así o de otra manera, bien estaba. ¿Iban a pasar la tarde sudando y haciendo fuerza como gallegos? La pobre cama tenía derecho a quejarse con tantos arrastres y vueltas. Había que dejarla quieta... hacerla los honores de la nueva instalación...
Hay quien atribuye la emigración de los gallegos a su sangre celta, y apoya esta opinión con el dato de que Irlanda, uno de los pueblos donde la raza céltica se conserva más pura, es también pródiga en emigrantes. Yo no quiero negar el espíritu aventurero de la raza céltica, a la que, según parece, tengo el honor de pertenecer; pero, ¿por qué es tan aventurera esta raza?
Palabra del Dia
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