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Actualizado: 6 de junio de 2025


Hay pocos y feísimos carruajes de plaza: en las fuentes públicas noté el mismo uso de las cubas de nuestros gallegos. No ningun templo monumental ni de arte, la ciudad no es muy animada, y su grande poblacion apénas se ve.

Después de fumar y beber cuanto quisieron, comenzaron a saetear mi pobre obra lindamente, y como soy amigo de la verdad, reconozco que lo hicieron con gracia. Pero los gallegos somos casi tan tercos como los aragoneses. No me di por vencido. Escribí otra, y después otra, y logré que se pusieran en escena, y fui estrepitosamente pateado. Tampoco renuncié en absoluto a la literatura, como debía.

Hablábamos de los «gallegos» como de un pueblo bárbaro que hubiese conquistado nuestro país cuando ya estaba constituido y en plena civilización, retrasando su progreso, por lo cual lo habíamos expulsado gloriosamente después de tres siglos de tiranía... De hombre continué en la misma ignorancia.

La socialización de la propiedad se hará en toda España antes que en Galicia, donde no falta quien ya la considere hecha. En Galicia la tierra es de todos; pero tan pronto como un gallego traspone su propio ferrado de secano o de regadío, cada paso que da le cuesta un pleito. Los andaluces tienen una fama de generosos contraria a la de los gallegos, y es muy posible que esta fama esté justificada.

Una casa de madera, que por su tamaño era la única que podía compararse con la del contratista, los iba atrayendo á todos. Sobre su puerta había un rótulo, hecho en letras caligráficas: «Almacén del Gallego». Este gallego era, en realidad, andaluz; pero todos los españoles que van á la Argentina deben ser forzosamente gallegos.

Es decir, son dos mil Canónigos muertos, cuyo volumen ha ido achicando el tiempo gradualmente, para que nunca falte allí acomodo á un cadáver más..... de un Canónigo menos. También hay en el Claustro pinturas muy notables en tabla, debidas las mejores de ellas á Fernando Gallegos. En las cuatro mencionadas Capillas vense asimismo excelentes cuadros y magníficos sepulcros.

Gallegos de nacion, y un castellano De su negocio parte hubo sabido, Segun jurò y depuso ante escribano. Aqueste, en esta culpa convencido, Alega su inocencia, mas en vano, Que en una horca luego le pusieron, Y los cinco isla adentro se metieron.

Con unos ríos ociosos y un material agrícola prehistórico no se puede conseguir ya nada más que una flor natural en algún certamen literario de provincias, una escribanía de plata o una colección de las obras completas del marqués de Figueroa. Excepto el autor de estas líneas, todos los gallegos son propietarios.

En Cádiz y en el puerto de Palos hablábase de los países desconocidos como de algo indiscutible; pero los navegantes andaluces, gallegos o levantinos, gentes rudas y humildes, se hubieran asustado ante la idea de ir a la corte para exponer su opinión.

Los carros gallegos tampoco han progresado mucho más que el arado. Al avanzar, sus ruedas producen un sonido agudo que se va modulando en inflexiones lentas y quejumbrosas. Dicen que este sonido anima a los bueyes y les hace seguir andando.

Palabra del Dia

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