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Actualizado: 24 de junio de 2025
Y, asimismo, temíamos encontrar por aquel paraje alguna galeota de las que de ordinario vienen con mercancía de Tetuán, aunque cada uno por sí, y todos juntos, presumíamos de que, si se encontraba galeota de mercancía, como no fuese de las que andan en corso, que no sólo no nos perderíamos, mas que tomaríamos bajel donde con más seguridad pudiésemos acabar nuestro viaje.
Aquel cautivo primero del primer banco, cuyo rostro le disfigura la sangre que se le ha pegado de los golpes del brazo muerto, soy yo, que servía de espalder en esta galeota; y el otro que está junto a mí es éste mi compañero, no tan sangriento, porque fué menos apaleado.
Como yo era niña, tratose que el casamiento no se haría sino de allí a dos años, cuando yo cumpliese los diez y siete; y entre tanto, Gaspar, no teniendo valor, según lo que en su carta me dijo, para conllevar a mi lado una tan larga espera, fuese del pueblo a Sevilla, y de allí partió en una galeota para las Indias Occidentales.
Viendo esto, hablé a doce españoles, todos valientes hombres del remo, y de aquellos que más libremente podían salir de la ciudad; y no fue poco hallar tantos en aquella coyuntura, porque estaban veinte bajeles en corso, y se habían llevado toda la gente de remo, y éstos no se hallaran, si no fuera que su amo se quedó aquel verano sin ir en corso, a acabar una galeota que tenía en astillero.
El gran Comendador de Francia, General de las galeras, á cuyo cargo venían los 1.000 hombres que la Religión daba entre caballeros y soldados, viendo que se atendía solamente á la fortificación de la fuerza, sin tratarse más de ir á Trípol, que era para el efeto que daba la Religión aquella gente, sin cinco galeras y una galeota y dos galeones y seis piezas de artillería de batir, sin otras piezas de campaña, con el recaudo de municiones que convenía para todas, demandó licencia y se fué con ellas, y mucha gente y caballeros enfermos.
Tuvo allí noticias de las fuerzas de mar y tierra con que contaba el Duque, acaso un tanto exageradas, y receloso del encuentro quería esquivarlo, limitándose á poner en tierra el socorro de soldados para Trípoli; pero tanto le instó Uluch-Alí á verificar un reconocimiento á que personalmente se ofrecía, como tan práctico de los Gelves, que consintió en que se hiciera con una galeota ligera, en que fué también Cara Mustafá, Virrey de Mitilene.
Entonces le ofrescí que entrase mi galeota primero, descubriendo lo que había, y el canal, y no bastando esto, vista su pertinacia, envié á pedir á Juan Andrea con grandísima instancia, y con las mismas razones, que tuviese por bien de que se entrase por aquellos bajeles, y no le paresció; y como yo no llevaba mando ninguno sobre las cosas de la mar, como me desengañó bien en Mecina delante de D. Juan de Mendoza, y quizá por su consejo, hube de tener paciencia y por mejor lo que quería, que no porfiando con él ser causa de que sucediese algún disgusto y se volviese á Sicilia.
De Antonio Doria, La Fede, 1; de Bandinelo Sauli, 1; de Starti, 1; de Marí, la Patrona, 1: total, 4. De modo que, sin sangre, se hicieron dueños por entonces los turcos de 27 galeras y 14 naves, salvándose 17 de las primeras, que llegaron á Trápana, y 16 de las otras en varios puertos . II, cap. II, sube á 25 las naves apresadas. Otros anotan 28 galeras, una galeota y 27 naves apresadas.
Unido á la armada el contingente preparado por la religión de San Juan, que consistía en las cuatro galeras y una galeota dichas, un galeón bien artillado, con nueve piezas gruesas, sin las menores, 40 caballeros y 700 arcabuceros escogidos, dió la vela, con viento próspero de Levante, hacia Seco del Palo, fondeadero situado entre Trípoli y la isla de los Gelves, que había de servir de punto de reunión.
Este bajel que aquí veis reducido a pequeño, porque lo pide así la pintura, es una galeota de ventidós bancos, cuyo dueño y capitán es el turco que en la crujía va en pie, con un brazo en la mano, que cortó a aquel cristiano que allí veis, para que le sirva de rebenque y azote a los demás cristianos que van amarrados a sus bancos, temeroso no le alcancen estas cuatro galeras que aquí veis, que le van entrando y dando caza.
Palabra del Dia
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