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Actualizado: 10 de junio de 2025


Eran españoles; y si no, procedían de Marsella, de Génova ó de Nápoles; en suma, compatriotas que comían y vivían bajo todas las latitudes lo mismo que si estuviesen en su pequeño mar interior. Pronto se entablaban pláticas en el idioma mediterráneo, mezcla de español, de provenzal y de italiano inventada por los pueblos híbridos de la costa de África, desde Egipto á Marruecos.

Pero no se obtuvo esta gran victoria sino a gran bosta; que se perdieron quince galeras, ocho mil valientes murieron: de ellos, dos mil españoles, del Papa ochocientos, y el resto de Venecia, Génova y Malta. El Mediterráneo era libre. Ya las doncellas cristianaste sus riberas no tenían que temer las excursiones de los piratas, ni verse vendidas en los harenes de los infieles.

De Turin hay caminos de hierro á Novara, Génova, Alejandría y Suse, al mismo pié de los Alpes. Las líneas todas son muy importantes, en especial las de Novara y Génova: los carruajes son buenos, excelente nivelacion, movimiento y servicio. El camino de hierro de Turin á Suse, línea de unas catorce leguas españolas, habla muy alto en pro del Piamonte.

Hace poco visitó con satisfacción el notable monumento levantado en Génova al mismo. Propúsose, sin duda, Prusia, después de renunciar la dignidad imperial el rey Federico Guillermo IV, fundar un estado confederado alemán, excluyendo de él á Austria.

De Génova pasó Velázquez a Milán y «aunque no se detuvo a ver la entrada de la Reina que se prevenía con grande ostentación... no dejó de ver la Cena de Cristo con sus apóstoles, obra de la feliz mano de Leonardo de Vinci»: rasgo muy natural en un artista que habla de estar harto de las ceremonias palatinas de la Corte de los Austrias.

Aceptó este marino al hijo de su camarada sin papeles de viaje. El arreglaría la irregularidad con sus amigos de Génova. Entre capitanes se debían estos servicios; y Ulises Ferragut, que esperaba á su hijo en Nápoles así lo afirmó Esteban , no iba á perder el tiempo en vano por unas formalidades oficinescas.

Un marino de Génova, antiguo amigo de Ulises, le llevó á un café del puerto donde se reunían los capitanes mercantes. Eran los únicos que vestían traje civil entre la concurrencia de oficiales de mar y tierra que se apretaba en los divanes, obstruía las mesas y se aglomeraba ante la puerta.

Pero voy á decir dos palabras acerca de las impresiones que sentí en las orillas pintorescas del Ródano, porque es indecible el consuelo que mi alma experimenta al hablar del campo. El campo es el santuario de la naturaleza, el templo de Dios. En la Provenza experimentamos lo que sentimos en las playas de Génova, en las cercanías de Roma, en los campos de Nápoles, en las selvas de Andalucía.

No fue enemigo de la empresa, como dicen algunos, pero le pareció insensata la facilidad con que su esposa había accedido a todas las peticiones del navegante... Y Colón, en los últimos años, adivinando las dificultades en que se verían sus descendientes para sostener la absurda herencia, repetía en todos los documentos que era de Génova, aconsejaba a sus hijos que se pusiesen en contacto con el gobierno de la República, y se valía de halagos y súplicas para conquistar su favor y el de los poderosos mercaderes del Banco de San Jorge.

Todos los hombres solteros han sido llamados a las armas, los impuestos se han cargado extraordinariamente. Nosotros, por economía, hemos vendido nuestro caballo. 31 de diciembre de 1813. Estamos refugiados en Mâcón; todos los días corre la noticia de que los enemigos van a venir; hay quien asegura ya que han pasado por Génova.

Palabra del Dia

lanterna

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