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Actualizado: 7 de junio de 2025
Pero el segundo, á la vez que movía la cabeza afirmativamente, le miraba con ojos interrogantes. ¿Qué iban á transportar en este viaje?... Tòni, no se trata de artillería ni de fusiles; tampoco de municiones... Es un trabajo corto y bien pagado, que nos hará perder poco camino en nuestra vuelta á Barcelona.
Desnoyers no podía entenderle por hablar en alemán, pero siguiendo las indicaciones de su mano, vió en la entrada del castillo, más allá de la verja, un grupo de gente campesina y unos cuantos soldados con fusiles. Blumhardt, después de corta reflexión, emprendió la marcha hacia el grupo y don Marcelo fué tras de él.
Hay que confesar que los negros de Oriente, los mismos que al alborear nuestra gloriosa guerra de Independencia, se lanzaban sin armas ni pertrechos contra los valerosos soldados españoles, para arrancarles á viva fuerza los fusiles de que carecían, no han mostrado ahora el valor heroico, desesperado, salvaje, si se quiere, que hizo de ellos en aquella época un objeto de admiración y de terror.
¡Tienen fusiles que alcanzan mucho! observó Cabesang Tales algo distraido. Este revólver no alcanza menos, contestó Simoun disparando un tiro contra una palmera de bonga que se encontraba á unos doscientos pasos. Cabesang Tales vió caer algunas nueces, pero no dijo nada y continuó pensativo.
Si desfila á cierta distancia una coluna de hombres, de tal manera que veamos brillar los fusiles pero sin distinguir los trajes, sabemos que hay gente armada, pero ignoramos si es de paisanos, de tropa ó de algun otro cuerpo; el conocimiento es imperfecto, porque nos falta distinguir el uniforme para saber la pertenencia.
Eran correajes y fusiles, y sobre éstos las blancas cogoteras de los tricornios de una pareja de la Guardia civil. Los dos soldados del orden se aproximaron lentamente, con cierto desmayo, convencidos sin duda de haber sido adivinados de lejos y llegar demasiado tarde. Jaime era el único que los miraba; los demás fingían no verles, con la cabeza baja o puestos los ojos en distinta dirección.
Porque si nos atacan estoy decidido a hacerles frente. ¿Qué hacemos ahora, tío? Seguir adelante. Es preciso demostrarles a estos caníbales que no les tenemos miedo. Estoy dispuesto a seguirte. Te advierto que tal vez tengamos que disparar los fusiles. Ya sabes que soy buen tirador. Lo sé; eres el más hábil de todos nosotros. ¡Vamos, querido sobrino!
Fusiles tenemos, porque todo campesino guarda el suyo encima de la puerta; pero, desgraciadamente, nos hacen falta pólvora y balas. La anciana labradora se había tranquilizado súbitamente, y mientras recogía sus cabellos debajo de la cofia miraba hacia adelante, como al azar, con aire pensativo. Sí añadió Catalina bruscamente , pólvora y balas hacen falta, es verdad; pero ya tendremos.
No puede usted negar quién es, Catalina; ya está usted en marcha; pero tenga un poco de tranquilidad y óigame. Nosotros vamos a luchar; pero ¿con qué medios? Con todos; todos son buenos: las hachas, las hoces, los bieldos... Desde luego; pero los mejores son los fusiles y las balas.
El viejo marinero, que había vuelto a bordo del junco, se apresuró a obedecer. La embarcación, que estaba guindada de los pescantes de popa, fué botada al mar y la ocuparon diez chinos armados de fusiles. Ahora las calderas y el combustible ordenó Van-Horn, que también se había embarcado en ella.
Palabra del Dia
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