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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Si se va a fusilar a todos los españoles que no son sabios ni pedagogos, entonces ya puede el Gobierno solicitar un crédito extraordinario para comprar fusiles. Yo no conozco más que un pedagogo, D. Lorenzo Luzuriaga, y francamente, no creo que este querido amigo se divierta mucho cuando llegue a quedarse solo consigo mismo en una España despoblada por los fusilamientos. No.
Oíase de un extremo al otro de la línea de Quiroga el tintín de las espuelas y de los fusiles de los soldados, que temblaban, no de miedo del enemigo, sino del terrible jefe que a su retaguardia andaba, corriendo la línea y blandiendo su lanza de cabo de ébano.
Recordaba el atlot todo lo ocurrido después, con el orgullo del que ha gozado el honor de presenciar un suceso histórico. Habían llegado de la ciudad el juez con su bastón de borlas, el oficial de la Guardia civil y dos señores que llevaban papeles y tinteros, todos con escolta de tricornios y fusiles.
Habíamos acabado esta operación, cuando se presentaron media docena de moros, sarnosos, desharrapados, armados con fusiles antiguos. Habían pensado, sin duda, sorprendernos; pero al vernos en mayor número y también armados, se manifestaron como amigos. Les propusimos cambiarles un rifle por dos corderos y ellos aceptaron.
Van-Stael se había vuelto de pronto hacia el sitio que en el bosque ocupaban los piratas, poniéndose pálido. ¿Qué has visto, tío? preguntaron con ansiedad Hans y Cornelio, montando los fusiles. He visto brillar una llama en las tinieblas. ¿Dónde? preguntaron todos. Hacia el bosque. ¿Tratarán los piratas de incendiarnos la casa? preguntó Van-Horn. Me lo temo respondió el Capitán.
Allí estaba por su voluntad y allí se quedaba... Por fin, las autoridades habían exhumado uno de los muchos procesos que tenía pendientes por sus propagandas de rebelde social, y un juez le llamó a Madrid, emprendiendo don Fernando el viaje a viva fuerza, acompañado de la guardia civil, como si su destino fuese viajar siempre entre una pareja de fusiles.
La chalupa, pasando sobre un banco de arena, entró en la desembocadura del río, y fué a atracar a una isla o más bien un islote, cubierto de un espeso bosque de palúdicos, llamados así porque son plantas que producen las fiebres. Los náufragos soltaron los remos y echaron mano de los fusiles, mientras la primera piragua daba una virada para evitar el banco de arena.
La Madrid pudo disponer de un armamento que pasaba para Salta; pero por delicadeza, por no agravar más los cargos que contra él pesaban, se contentó con tomar 50 fusiles y otros tantos sables, suficientes, según él, para acabar con la fuerza invasora. Es el general La Madrid uno de esos tipos naturales del suelo argentino.
Los alaridos de los australianos les hicieron ver que también habían acertado en su puntería, poniendo a dos enemigos más fuera de combate. Los dos jóvenes retrocedieron precipitadamente, cargando los fusiles, y llegaron adonde estaban el Capitán y el piloto, los cuales no habían abandonado la caldera. ¿Estáis heridos? les preguntó Van-Stael. No, a Dios gracias respondieron.
Las capitulaciones de Pasto y de Quito aseguraron la libertad en un vasto y hermoso pais, no hollado hasta entonces por plantas republicanas, quedando en poder de Sucre 14 piezas de artilleria, 1.260 prisioneros, de los que 160 pertenecian á la clase de oficiales, y en fin, los fusiles y cuantos elementos de guerra poseian los enemigos.
Palabra del Dia
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