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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Por entonces, Wetterhexe había observado desde hacía varios días mucha agitación en los desfiladeros cercanos, de gentes que marchaban en masa, con el fusil al hombro, en dirección del Falkenstein y del Donon. Indudablemente algo extraordinario pasaba.

Cada uno toma su fusil, elige su blanco y a un tiempo se hace fuego. Las armas que se emplean son carabinas Rémington, Spéncer, Winchester, etc.

Aquel día quedó en salvo por maravilla Juan Jerez, porque un tío de Pedro Real desvió el fusil de un soldado que le apuntaba.

Se unían, formando un crepitamiento continuo. Apareció el senador, que se había alejado para que el padre y el hijo hablasen con más libertad. Nos echan de aquí, amigo mío. No tenemos suerte en nuestras visitas. Ya no pasaban soldados. Todos habían acudido á ocupar sus puestos, como en un buque que se prepara al combate. Julio tomó su fusil, que había dejado contra el talud.

; es cierto. ¿Qué quieres? He tenido que bajar del Falkenstein, coger el fusil y acomodar a las mujeres. Pero, en fin, ya estamos aquí, no perdamos tiempo. ¡Lagarmitte, toca la cuerna para que se reúna la gente! Ante todo, es preciso ponerse de acuerdo y hay que nombrar jefes.

Su padre había querido llevarlo á Burdeos, pero el desorden administrativo de última hora la mantuvo en la capital. Algo más había hecho. El día del gran esfuerzo, cuando el gobernador de la plaza lanzó en automóviles á todos los hombres válidos, había tomado un fusil, sin que nadie le llamase, ocupando un vehículo con otros de su oficina.

No veían más que humo y rocas: ninguna voz humana, ninguna sombra: diríase que luchaban contra la montaña. ¡Vamos, Carolino! ¡Dónde está esa puntería, p ! gritó el cabo. En aquel momento un hombre apareció sobre una roca haciendo gestos con el fusil. ¡Fuego á ése! gritó el cabo lanzando una sucia blasfemia.

¿Por qué no? respondió Carlos sencillamente fijando en él su clara mirada. Y pasando el primero, salió por la poterna sin volver la cabeza. El otro le siguió como un perro. Si le había oído, era valiente lo que hacía el capitán... ¡Salir tranquilamente así, delante de su fusil!... No tenía más que apretar el gatillo... No había nadie... Nada que temer... Los árabes tenían buena espalda.

Ya se veían los amplios sombreros negros trepar por la ladera a través de la nieve, con el fusil a la espalda y marchando tan de prisa como podían, y, sin embargo, Juan Claudio salió al encuentro de ellos, sudoroso, con la mirada huraña, y les gritó con voz enérgica: ¡Vamos! ¡Vamos!... ¡Más de prisa! ¡A ese paso no llegaréis nunca!

Pero éste, ciego de coraje, se venía sobre nosotros viento en popa. Al llegar a tiro de fusil, orzó y nos descargó su andanada. En el tiempo que medió de uno a otro disparo, la tripulación, que había podido observar el daño hecho al enemigo, redobló su entusiasmo. Los cañones se servían con presteza, aunque no sin cierto entorpecimiento, hijo de la poca práctica de algunos cabos de cañón.

Palabra del Dia

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