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Actualizado: 3 de junio de 2025
Con ambas manos, María Antonia le rechazó tan violentamente, que faltó poco para que le derribase por el suelo. No parecía mujer, sino furibunda leona.
¡Quiere decirse que le viste con ella y te quedaste tan fresco! gritó la joven, furibunda, echando llamaradas de los ojos. No me quedé fresco... Me alboroté mucho; pero después vino la reflexión. Lo que importa, me dije, no es que él muera, sino que ella aprenda. Y tú has aprendido. ¡Pues si yo les llego a ver...! Si les llegas a ver, acuérdate de mí. Hazte santa como yo... Les miras y pasas...
La aludida en ellas desaparece también, metiéndose furibunda por lo más espeso de la columna de humo que sigue saliendo de la cocina, después de haber despedido á su suegra con estos piropos: ¡Bruja, brujona!... vaya á discurrir los cuentos que le ha de decir al mi marido... ¡chismosa, infamadora!
Cuando acaba la pieza, Orsi se levanta sudoroso y Azorín le ofrece un refresco. No, no, Azorín contesta Orsi; tengo miedo... un poquito de cognac... El concierto vuelve a empezar. El arco pasa y repasa; el violoncello canta y gime. Un mozo discurre con una bandeja; la concurrencia se va retirando calladamente. Y el violoncello se queja discreto, sonríe irónico, parte en una furibunda nota larga.
Acercáronse rápidamente y se dirigieron al grupo que formaban los preparadores, los cuales parecían estar en rebeldía contra Van-Horn y Hans. ¿Qué significa este tumulto? gritó Van-Stael, deteniéndose entre la turba furibunda . ¿Por qué no se trabaja?
Otras muchas cosas supo y vio que no son para referidas a la ligera. Sus relaciones con gente de varias clases le informaban de todo. Pipaón, D. Felicísimo Carnicero y el marqués de Falfán no hacían misterio de los planes apostólicos, y Genara, furibunda sectaria del sistema del justo medio o de la conciliación, era el órgano más feliz que imaginarse puede de los pensamientos de aquel astuto Sr.
El abad apartó de ellos la vista para fijarla en el principal culpable, quien lejos de mostrar temor é inclinar la frente sostuvo con toda calma la mirada furibunda de Fray Diego. ¿Qué alegáis en vuestra defensa, hermano Tristán? Poca cosa, padre mío, fué la contestación del joven, dada con el pronunciado acento sajón que por entonces caracterizaba á los campesinos ingleses del Oeste.
Los mejores del mundo. Pero la linda rubia no era de las que se callan por largo tiempo, y exclamó: ¡Sí, se quieren tanto como pueden quererse dos hombres que ambicionan el mismo trono y la misma mujer! Su madre le dirigió una mirada furibunda, pero aquellas palabras habían picado mi curiosidad; y antes de que la vieja pudiera reñirla, le pregunté: ¿Cómo es eso? ¿La misma mujer?
Con estas dudas declaran los tales su furibunda aplicación. Fuera de la Universidad, la fiebre de la ciencia le traía muy desasosegado. Por aquellos días no era todavía costumbre que fuesen al Ateneo los sabios de pecho que están mamando la leche del conocimiento. Todos los dineros que su papá le daba, dejábalos Juanito en casa de Bailly-Baillière, a cuenta de los libros que iba tomando.
Doña Rebeca, furibunda, le puso los puños junto a la cara, gritándole: Tú eres la santa..., ¿eh?...; la santa, ¿y me insultas llamándome loca? La infeliz, rompiendo a llorar, gimió: ¿Yo?... Sí, tú, la santita, el agua mansa, que parece que nunca has roto un plato.... Y se dió a hacer gestos por la casa adelante, con las manos en la cabeza y la voz retumbante rodando por los pasillos.
Palabra del Dia
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