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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Más aún: ¿se atrevería a concederle la suya el mismo hombre que la había robado, si llegaba a advertir que el caudal de la fugitiva estaba expuesto a deshacerse como la nieve al sol?
No es mucho mejor el recurso de amortajarse un momento, esconderse en la arena durante la baja mar, remontando cuando se presenta el flujo. Es lo que practican los solenos. Vida variable, incierta, fugitiva dos veces al día y de constante inquietud. Entre seres mucho más inferiores había empezado á despuntar cierta cosa, obscura todavía, y que á la larga debía cambiar la faz del Universo.
En su cuarto, el espejo tenía grabados nombres de mujer, frases intranscribibles, como recuerdo de los hospedajes de una hora... Y todavía algunas damas de París, ocupadas en buscar un alojamiento, envidiaban tanta fortuna. Sus averiguaciones resultaron inútiles. Los amigos que encontró en la muchedumbre fugitiva pensaban en su propia suerte.
Y esto será antes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas la visita de las lucientes imágines con su rápido y natural curso.
Á los pocos momentos recobró la fugitiva su buen humor habitual, y sentándose, casi olvidada del peligro reciente, exclamó: ¡La Santa Virgen me proteja! Ved cómo me he puesto de agua y lodo. De esta hecha me encierra mi madre por una semana en mi cámara, haciéndome bordar mañana y tarde la famosa tapicería de los Siete Pares de Francia.
Entonces retrocedieron aterradas las perseguidoras, cuya intención no alcanzaba más que a meter miedo a la fugitiva; pero al volver a la alameda, se hallaron con el perro que, por desgracia, no era el del alcalde.
Tres días más estuvo la Nela fugitiva, vagando por los alrededores de las minas, siguiendo el curso del río por sus escabrosas riberas o internándose en el sosegado apartamiento del bosque de Saldeoro. Las noches pasábalas entre sus cestas sin dormir. Una noche dijo tímidamente a su compañero de vivienda: ¿Cuándo, Celipín? Y Celipín contestó con la gravedad de un expedicionario formal: Mañana.
Un viaje de treinta y ocho días... El príncipe no quiere... Pocas veces se verá esto... Es el primer sable de Siberia. El jardín estaba cubierto de nieve. Aún era de noche, y la luna fugitiva lo iluminaba con unos rayos diagonales, extendiendo desmesuradamente la sombra de los árboles. Más de cien hombres formaron dos masas negras en los bordes de una avenida.
La historia de la Severa Villafañe es un romance lastimero, es un cuento de hadas en que la más hermosa princesa de sus tiempos anda errante y fugitiva, disfrazada de pastora unas veces, mendigando un asilo y un pedazo de pan otras, para escapar a las asechanzas de algún gigante espantoso, de algún sanguinario Barba Azul.
Saliose Florela, y doña Guiomar fue a sentarse a su tocador, y contemplose al espejo, y hallose, más hermosa que nunca; que el amor hace hermosos aun a los ojos feos, y a los hermosos los sublima, haciendo de ellos un cielo; y un cielo veía en sus ojos doña Guiomar, porque en el amor que en sus ojos hallaba, la parecía como que veía la imagen de aquel por quien el amor acongojaba su alma; y la sucedía que cuanto más se contemplaba, más la parecía ver en sus ojos la fugitiva sombra de su deseo; y a tal llegó su amorosa ilusión, que creyó que no en sus ojos, sino detrás de ella, sobre las rubias trenzas de sus cabellos, aparecía la imagen de su anhelado, mirándola ansioso, copiado por el espejo, y como si detrás de ella hubiese estado de rodillas.
Palabra del Dia
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