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Actualizado: 24 de junio de 2025
Jacobo forcejeaba como el lobo cogido en la trampa para buscar una salida, y no hallándola, exclamó al fin, rompiendo el freno de las formas, último que suele romper el más inepto de los diplomáticos: ¡Política romana con todas sus hipócritas bajezas y sus intrigas de sacristía!...
La turbacion y priesa yo decilla, Aunque quiera hacer un largo canto, No podré: cabalgaba uno sin silla, El otro aunque con silla con espanto, El otro iba sin freno en su baquilla, El pecador temía, y el mas santo: Al fin todos estaban temerosos, Y de futuros males recelosos.
El mal ejemplo que resulta de la depravacion sin freno de los superiores, engendra la corrupcion en un pueblo que apénas columbra en su horizonte la primera alborada de la civilizacion; así pues los habitantes de Concepcion se han llenado ya de viciosos vergonzosos, y la inmoralidad ha llegado á su mas alto grado.
Si la religión era un freno para los apetitos y las violencias ¿por qué la criminalidad era más frecuente en los pueblos atrasados y devotos que en aquellos otros de mayor cultura? ¿Cómo era que los mayores crímenes de la historia habían coincidido con los períodos en que el entusiasmo religioso era más ardiente?
Los administradores y los curas, no ocupándose mas que de sus intereses particulares, abandonan todos sus derechos de autoridad á estos orgullosos caciques, que no tienen el menor escrúpulo en abusar de ella á su antojo; y como hoy en dia ni la religion, ni las costumbres severas de los Jesuitas ponen freno á sus desarreglos, beben continuamente la chicha de maiz hasta embriagarse, administrando entónces la justicia segun sus caprichos.
Campea debajo del nombre del Caballero de la Triste Figura, y trae por escudero a un labrador llamado Sancho Panza; oprime el lomo y rige el freno de un famoso caballo llamado Rocinante, y, finalmente, tiene por señora de su voluntad a una tal Dulcinea del Toboso, llamada un tiempo Aldonza Lorenzo; como la mía, que, por llamarse Casilda y ser de la Andalucía, yo la llamo Casildea de Vandalia.
Luego el pueblo, con ese instinto que le hace relacionar ideas hasta encontrar el origen de su daño, comenzó a gritar ¡Abajo los ladrones! y por último la miseria fermentada, la pobreza escarnecida, la ignorancia fuerte y sin freno, todo aquel conjunto de injusticias acumuladas se condensó en una voz terrible: ¡Mueran los ricos!
A la Superiora se le escapó, sin poderlo remediar, una ligera sonrisilla; mas al punto volvió a poner cara de palo. Y la enana corrió hacia donde estaban las recogidas, y lo mismo que dijera a Sor Natividad se lo repitió a Fortunata, sin poner un freno a su ira: «¿Habrase visto diablura semejante?... ¿Qué te parece? ¡Estamos todas horripiladas!». Fortunata no dijo nada y se puso muy seria.
Por sus risas y cuchicheos comprendí que durante todo el día se habían divertido con los embustes de aquel buen señor, quien no ponía freno a su voluble lengua, ni aun en las circunstancias más críticas y dolorosas. El cirujano dijo que convenía dejar reposar al herido, y no sostener en su presencia conversación alguna, sobre todo si ésta se refería al pasado desastre.
Pues bien: los poderes europeos necesitan estar bien armados, bien fuertes en el Río de la Plata, y mientras Chile y los demás Estados libres de América no tienen sino un cónsul y un buque de guerra extranjero en sus costas, Buenos Aires tiene que hospedar enviados de segundo orden, y escuadras extranjeras, que están a la mira de sus intereses y para contener las demasías del potro indómito y sin freno que está a la cabeza del Estado.
Palabra del Dia
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