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Actualizado: 15 de julio de 2025
Muy escaso es el número de producciones de este género , que ha llegado hasta nosotros, lo cual no deja de ser extraño, aunque no por eso nos autorice á deducir que las representaciones religiosas no fueron tan frecuentes en estos años como en los anteriores.
3.º En las laringitis crónicas sin fiebre, sostenidas por la conversacion ó el canto, exentas de vicio herpético, y producidas mas especialmente por irritaciones repetidas, enfriamientos frecuentes, por la accion de sustancias acres, de medicamentos absorbidos en cantidades considerables y suficientes á modificar estas partes y otras porciones de las mucosas, en particular la génito-urinaria.
Estas diversiones eran aún mas frecuentes en la Corte de Juan II, sucesor de Alfonso, cuyo cronista, el famoso García de Resende, los describe en su Miscelánea con vivos colores.
Andrés observó, en una de sus frecuentes ojeadas, que Rosa iba descalza, y detuvo el paso. No había reparado en que vas descalza, Rosa. Tampoco yo repuso ella mirándose tranquilamente a los pies. Cuando chica andaba mucho así: no se me hace novedad. No, no puedes seguir de ese modo: te vas a hacer daño. ¿Quieres ponerte mis zapatos? La joven soltó una carcajada.
Nadie, por otra parte, hace caso. ¿Acaso en París no atruenan por la noche en los bulevares una nube de muchachos que venden boletines con la noticia del asesinato de Gambetta o el accouchement de M. Grévy, como lo he oído frecuentes veces? No es raro oír en Bogotá: «Fulano me ha echado hoja». Es decir, Fulano ha escrito contra mí una hoja suelta, que ha hecho imprimir y fijar en las esquinas.
La belladona y el sulfuro rojo de mercurio son los antídotos mas frecuentes; el frio y el calor agravan igualmente sus padecimientos, mientras que el movimiento pasivo del carruaje y la distraccion les alivian.
Don Ramón Escudero estaba ya en el comedor sentado en una butaca y echando frecuentes ojeadas al reloj, que no se daba tanta prisa a caminar como él quisiera. Era un hombre grueso con el pelo blanco, las mejillas rasuradas, la fisonomía plácida.
Los ayunos y penitencias de toda clase, cada vez más frecuentes y ásperos, aumentaban el entusiasmo y la seráfica alegría de su alma, pero enflaquecieron al cabo notablemente el cuerpo.
La proposición de buscar una sirvienta para los más vulgares menesteres irritó á la alemana. ¡Nunca!... Tal vez sería una espía. Y la palabra «espía» tomaba en sus labios una expresión de inmenso desprecio. La doctora se ausentaba con viajes frecuentes, y era Karl, el empleado del escritorio, el que recibía á los visitantes.
Creo que ha desaparecido de Madrid. Doña María de la Paz Jesús estaba en Segovia, donde tenía una casa de huéspedes. Respecto á doña Paulita, sí he tenido muchas noticias. ¡Qué singular pasión la suya! Sí; después empezó á padecer ataques muy frecuentes de catalepsia.
Palabra del Dia
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