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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Cuando, á los pocos instantes, llamada por Joselito, salió Soledad del aposento, el señor Rafael, Pepe, Frasquito y hasta la misma Paca y María-Manuela cayeron sobre él, afeándole su conducta. «¡Aquello era un escándalo! ¡una vergüenza! ¿Cómo toleraba semejante insolencia? Ningún hombre que tuviese dignidad se dejaba sopapear de una mujer.
Habíase enterado en París por el tío Frasquito de que Elvira había ganado un pleito de interés, que era a la sazón muy rica, y esto estuvo a punto de retraerle, porque el mundo era muy malévolo y mil lenguas murmuradoras se apresurarían a decir que no eran el desengaño y el arrepentimiento, sino el dinero de su mujer y la ruina propia los que le impulsaban a dar aquel paso... Mas retirándose a Téllez-Ponce, podían vivir con las rentas de aquella finca suya, de él propia, y conservar el caudal de Elvira intacto, para patrimonio de su hijo.
Pues ahora es la ocasión, porque empezáis á vivir replicó con audacia tranquila el carpintero. Tú eres un hombre formal, sabes trabajar y harás feliz á mi Pepa. Cuando yo me casé tenía solamente... Frasquito no le dejó concluir. Con ademanes descompuestos, echando casi espumarajos por la boca, profirió: Lo que ha hecho usted es engañarme como un charrán.
Despertó sobresaltada, creyendo que había ladrones en la casa, y el día claro, con el vacío de la ausencia de Nina, le resultó más triste y solitario que la noche. Según Frasquito, que en esto pensaba cuerdamente, ningún rastro parecía más seguro que informarse de los señores en cuya casa servía Benina de asistenta.
¡Perro si eso no es verrdad! gritó el tío Frasquito muy apurado . Si yo no te he encubierrto, si tomé los sellos porrque tú me los diste... Lo cual quiere decir prosiguió Jacobo sin hacerle caso , que si a mí me apiolan al volver de una esquina, a ti te dan una paliza en cuanto te cojan a mano.
Los verdaderos salones eran pocos, y Frasquito, por más que en su vejez hacía gala de haber entrado en ellos, la verdad era que ni por el forro los conocía.
Estaban, á más de Velázquez, la Mercedes á su lado, Frasquito al lado de Pepa, prima de aquélla, con quien mantenía relaciones según se decía, y Gregorio, hermano de Pepa, cerca de Isabel su prima, hermana de Mercedes, con la que estaba próximo á casarse. La madre de las Cardenalas andaba de un lado para otro escanciándoles el vino y sirviéndoles lo que les hacía falta.
Y mientras esto decía el tío Frasquito, iba poco a poco escurriendo escurriendo su solapa de manos de Diógenes, hasta que, libre al fin, abrochóse prontamente el gabán hasta la barba, para poner a cubierto su nívea pechera de cualquier acometida de Diógenes. Este, dejándole hacer, tornó a preguntarle: ¿Y cuándo se va Jacobo a Biarritz?... Mañana por la noche...
Benina reforzó su argumentación diciéndole: «Y puesto que es el niño tan vergonzoso, y no se atreve con su patrona, ni aun dándole a cuenta la cantidá, yo le hablaré a Bernarda, yo le diré que no le riña, ni le apure... Vamos, tome lo que le doy, y no me fría más la sangre, Sr. D. Frasquito».
Porque el tío Frasquito tenía también su boudoir, un verdadero boudoir de dama elegante, atestado de todas esas chucherías que llaman los franceses bibelots y han venido a sustituir en los palacios modernos a las antiguas obras de arte.
Palabra del Dia
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