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Actualizado: 16 de mayo de 2025
El diablo Lucifer ha conseguido con sus artificios exasperar sobremanera á los habitantes de Luca contra los frailes franciscos; nadie les da limosnas, se ven en la mayor necesidad, casi á punto de morir de hambre, y por último, les ordenan los magistrados de la ciudad que abandonen su convento y que se repartan por el mundo como puedan.
Su debilidad eres tú... tú y Fernandito, ese ingenierete tan simpático que tiene en los altos hornos. ¡Las veces que Pepe te recuerda! Un día, hablando de tí y de tus planetadas, le oí decir. «Ese chico, ese chico debía estar á mi lado». Oye Capi; ¿y cómo anda mi prima, la santa doña Cristina? ¿ha metido ya alguna comunidad de frailes en el hotel de Las Arenas?
La osadía de sus ataques contra los potentados de la tierra, contra la corte y los cortesanos, contra clérigos y frailes, es un fenómeno insólito en la literatura española, sorprendiéndonos sobremanera esa libertad que reinaba en el teatro, y esas sátiras de Tirso en una época en que el poder de la Inquisición se encontraba en su apogeo.
Por dicha para el virrey, el capitán era un mancebo ágil y forzudo, que con la mayor presteza se lanzó sobre el asesino y le sujetó por la muñeca. El sacrílego bregaba desesperadamente con el puño de hierro del joven, hasta que, agolpándose los frailes y devotos que se encontraban en la iglesia, lograron quitarle el arma. Aquel hombre era Juan de Villegas.
Bajo-cubierta asoman rostros morenos y cabezas negras, tipos de indios, chinos y mestizos, apiñados entre mercancías y baúles, mientras que allá arriba, sobre-cubierta y bajo un toldo que les protege del sol, estan sentados en cómodos sillones algunos pasajeros vestidos á la europea, frailes y empleados, fumándose sendos puros, contemplando el paisaje, sin apercibirse al parecer de los esfuerzos del capitan y marineros para salvar las dificultades del río.
En esa ciudad, donde los jesuitas y los frailes han impreso su profunda huella, todo tiene en las costumbres como en los edificios el tipo de lo feudal y monacal. Se trabaja poco y se duerme bastante, y en todos los pormenores de la vida se encuentra el sello de lo vetusto y la autoridad del hábito.
El pintor da cabo á su tarea, coge su cuadro, lo lleva al convento, se enteran los frailes, y se reune la comunidad. Murillo les presenta su pintura; los críticos se acercan, examinan, miran con más cuidado, se contemplan unos á otros frunciendo el entrecejo, y dicen al pintor: «vuestra merced perdone; no es eso lo que hemos encargado; vuestra ASUNCION no hace al convento.»
Al estremecerse las losas del pavimento bajo un paso humano, se entreabrían ventanas. Un carruaje provocaba la aparición de muchas cabezas. Los escasos transeuntes eran á veces canónigos de la catedral, frailes descalzos con una corona de pelo en torno del cráneo afeitado, monjas con enormes mariposas almidonadas en la cabeza.
Muchas familias expoliadas habían acudido a Menjíbar. En la plaza del pueblo dos frailes escapados a las carnicerías de Jaén, predicaban el exterminio de los franceses.
Los mismos frailes no se desdeñaban de pasar horas enteras en su tienda, ya á la vista del público, ya en los aposentos del interior en agradable sociedad... Aquella noche, pues, la sala presentaba un aspecto curioso.
Palabra del Dia
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