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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Hoy, además, una formidable fuerza se levanta a contrastar de la peor manera posible el absolutismo del número. La influencia política de una plutocracia representada por los todopoderosos aliados de los trust, monopolizadores de la producción y dueños de la vida económica, es, sin duda, uno de los rasgos más merecedores de interés en la actual fisonomía del gran pueblo.

Pero esta digresión nos aleja del bueno de Ayvaz. Llegó el primero al lugar de la cita, todavía encolerizado. ¡Con qué furor paseaba por la plaza de la aldea, esperando al enemigo! Ocultaba bajo sus vestidos dos formidable yataganes, de finísimas hojas de Damasco. ¿Qué digo de Damasco?

Así Morel como el de Bohemia resistieron impávidos el bote formidable del contrario, que ambos recibieron de lleno en el pecho y sin perder la silla.

El formidable trompeteo del órgano, a veces dominado por las notas altas del canto, se desparramaba por el aire en oleadas de armonía, y cuando cesaban se oía monótono y constante el sonido casi cristalino, pertinaz y agudo, de una moneda de oro golpeada contra una bandeja de plata.

No se les ve, pero su trueno lejano se armoniza tan bien con la inmensidad del Ródano, que parece la voz del río. Nos parece que el hijo del mar, debe tener, como el océano, su eterno y formidable estruendo. Mas abajo de su bifurcación, los dos ríos presentan largas sinuosidades en su cauce.

Casi al mismo tiempo otro ruido, que subía del portal, vino a dominar el ya formidable del aguacero; una algarabía, un chascarrás desapacible, unas voces cantando destempladamente con acompañamiento de panderos y castañuelas. Saltaron alborotadas las chiquillas, con Nisita a la cabeza.

Por fin, a despecho de esta formidable terapéutica, la buena señora mejoró bastante al obscurecer: hasta quiso levantarse; pero se lo impidieron Cecilia y Pablito. Uno y otra la habían acompañado largos ratos sentados a la cabecera de la cama. En particular Cecilia apenas se separó más instantes que los necesarios para preparar las unturas y tisanas.

Yo estoy aquí con esta inmunda librea de presidiario porque Lea Peralli murió asesinada. ¿Qué significaría todo este rigor, toda esta infamia, si yo no tuviera que responder de un crimen cierto? ¿Qué formidable y monstruosa mistificación se habría cometido? ¿Y qué decir de los que se hubieran prestado á ella? Se echó á reir sordamente; después sus ojos se llenaron de lágrimas.

Al dar el primer paso, sentí lo que se llama vulgarmente un cale, esto es, me metieron con un fuerte golpe el sombrero de copa hasta las narices. El miedo me paralizó, y me dejé caer contra la pared. Creí escuchar risas, y un poco repuesto del susto, me saqué el sombrero. ¿Quién va? dije dando á mi voz acento formidable y amenazador. Nadie respondió.

Hasta lo echaba en la sopa. D.ª Tula, con empalagosa solicitud, se lo advertía. ¡Don Oscar! ¡don Oscar! Déjeme usted, doña Tula. Atienda usted a su estómago, y no se meta en el de los demás respondía con su voz formidable el enano, trayendo hacia si la vinagrera. En cambio, D.ª Tula abusaba fuertemente del azúcar.

Palabra del Dia

atormentada

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