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Actualizado: 27 de junio de 2025
Este señorito llevó al forastero de visita en casa de su padre, que era el que más escupía por el colmillo en Villafría en punto a hablar de onzas de oro, y a ponderar la abundancia y grandeza con que vivía. A las pocas preguntas del forastero, el hacendado le dijo todo lo rico que era, triplicando sus facultades.
Aun así, es mirada con desprecio, y no suelen llamarla con su nombre de pila, sino con un apodo irónico, como, por ejemplo, la Galga, la Joya, la Guitarrita. Tal vez la designan con el nombre genérico del país de que es natural, como para designar su origen forastero; y de éstas he conocido yo a la Murciana, a la Manchega y a la Tarifeña.
El diálogo recayó luego sobre el viaje y sus molestias; después hablaron de lo caro que cuesta todo en Madrid; de la agitación de la vida cortesana; de lo mucho que hay que andar para ir a cualquier parte, y de otras cosas, que asemejaron la conversación a la que pudieran haber sostenido con un amigo forastero. ¿Y qué iglesias hay por aquí cerca? preguntó Tirso.
Todos fueron saliendo del pabellón respetuosamente, asombrados del valor de Juanito y de su abuelo y sobre todo de la suerte que había tenido el perro forastero, refugiándose en aquella casa. Pobrecito, qué sed tenía, y puede que tenga también hambre; dijo el niño. ¿Quién? Este perro.
Y yendo directamente al grano de la cuestión, esto es lo que hay: Tennessee la ha jugado muy pesada y muy cara contra un forastero y contra este campamento. Y como haciendo un esfuerzo de sinceridad, continuó: Y ahora, ¿qué es lo justo? Y acompañando la palabra a la acción y antes de que mano alguna se pudiese levantar para evitarlo, había vaciado ya sobre la mesa el contenido del saco de viaje.
Un dia, despues de orar y predicar al pueblo, siéntase Ibn Bashír en el tribunal anejo al templo, y llégase á él un forastero, que al verle tan singularmente vestido, despeinado y con la cara mal enjugada : enséñame, le dice, dónde está el Cadí. Héle aquí, le responde señalando á Bashír uno de los que se hallan allí presentes.
Ahora añadió el tío Merlín, que firme ese señor; después que vea por ónde nos mete mano. Y retozándole la risa en los labios, salió del concejo entre la algazara y los aplausos de sus convecinos. Aquel mismo día se presentó el alcalde con este documento al forastero, diciéndole, al entregársele, con tono y expresión de triunfo: Aquí está mi contestación.
Le habían acogido las gentes con una cortesía algo glacial, pero tranquila e inmutable, como a un gran señor forastero, y él correspondía a este respeto golpeando al más infeliz de todos ellos, al que por su debilidad era considerado con una benevolencia paternal por todos los payeses del distrito. ¡Muy bien, mayorazgo de Febrer!
Sobre esto se habló mucho, y el forastero sacó a relucir otras cosas. «Yo de mí sé decir que cuando paso la frontera para acá recibo las más tristes impresiones. Habrá algo que admirar; a mí se me esconde, y no veo más que la grosería, los malos modos, la pobreza, hombres que parecen salvajes, liados en mantas; mujeres flacas... Lo que más me choca es lo desmedrado de la casta.
Lo dicho continuó el viejo, no ven ustedes un buey á cuatro pasos.... Pues yo veo que por ese juriaco se nos mete en casa el forastero; que el reló es una trampa que se nos quiere armar para dejarnos á toos en cueros vivos en el día de mañana. Una exclamación de sorpresa fué la contestación del concejo.
Palabra del Dia
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