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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Ya la cualidad de extranjero, y aun la menos extraordinaria de forastero, era para Bonifacio muy recomendable; no ser de su pueblo, de aquel pueblo mezquino donde habían nacido él y su mujer, constituía una ventaja; ser de muy lejos era una maravilla.... El mundo... el resto del mundo ¡debía de ser tan hermoso!

El tropezado empujó vigorosamente al palafrenero, que fué á dar en medio del arroyo, y apenas se rehizo se quitó el sombrero y se quedó temblando é inmóvil, entre los caballeros que salían y el forastero.

La iniciativa de la reunión, la primera noticia, la creían obra del Madrileño, un joven forastero que había aparecido en el campo de Jerez en plena huelga, enardeciendo a los simples con sus predicaciones sanguinarias. Nadie le conocía, pero era muchacho de gran verbosidad y pájaro de cuenta, a juzgar por las amistades de que hacía gala.

Las chicas por el estilo de Rita siempre encuentran su media naranja en un forastero. Hacía un mes que don Manuel Pardo se preguntaba a mismo: «¿Cuándo se determinará el rapaz a pedirme a Rita?». Que se la pediría, no lo dudó un momento. La situación del marqués en aquella casa era tácitamente la del novio aceptado.

Dos ó tres hidalgos; otras tantas señoras machuchas; dos jóvenes amiguitas de Lucía, sobrina de D. Fadrique; un respetable señor cura y un caballerito forastero y muy elegante componían la reunión de casa de D. José, que empezó antes de que anocheciera. Nadie llamó la atención de D. Fadrique, que era harto distraído.

¿Qué forastero prosiguió , no se ha enamorado de ti, de cuantos han venido a Villafría, jóvenes, libres y en estado de merecer? Prepara, pues, el almíbar con que sueles propinar las calabazas, si es que también piensas dárselas a éste. Pero, ¿quién sabe? El pretendiente, que ya columbro, no es rústico, ni lugareño, como los que has tenido hasta ahora.

Y sin embargo, no es cursi: no hay más que verle para conocer que no lo es. Será forastero; me decía yo. Y notando en él un no qué de peregrino, imaginé que no venía de ninguna provincia, sino de tierras extrañas y tal vez remotas. Así pasó más de un mes, largo para como un siglo, porque me atormentaba la curiosidad de saber quién era este ser misterioso.

Querían dar a las palabras entonación cariñosa, y no acertaban a decirse sino cosas que les eran ajenas. Desembocaron en la plaza de Oriente. Mira, Tirso, estamos en Palacio. El forastero contempló un instante el soberbio edificio sin poder contener una expresión de disgusto, cual si allí viviera alguien a quien personalmente aborreciese.

Que ya era tiempo que las maldades de Rocafort tuviesen castigo, y sus trabajos y peligros fin que pues él era la suprema cabeza pusiese el remedio conveniente, y diese satisfacion á tantos agraviados. Tibaldo como solo y forastero, temiéndose que no fueran echadizos de Rocafort para descubrir su animo, respondió con palabras equívocas, ni cargando á Rocafort, ni desesperándoles á ellos.

Su llegada al grupo donde estaban Consejero, D. Martín, Osuna y otro caballero militar de Lancia fue acogida con alegría. Te presento dijo D. Martín a su amigo forastero, bajando la voz y echando una mirada recelosa alrededor para cerciorarse de que no le oía su mujer, al padre Norberto, un cura que te podrá informar de todos los chamizos de la población, si deseas conocer alguno.

Palabra del Dia

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