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Este dia continuó el viento del NNO tan recio, que ni aun pude salir de á bordo, de cuyo modo anocheció. Siguió el tiempo de la misma conformidad. Amaneció claro, y el viento al N fresquito, á cuyo tiempo embarqué en la chalupa víveres para ocho dias, y salí con ella dejando fondeado el bergantin en el expresado paraje.

El duque había fondeado en la casa desde hacía unas horas, cuando la señora Chermidy hizo saber a don Diego que era vecina suya y que le esperaba. El conde enseñó la carta al señor Le Bris. ¿Qué le contestaría usted en mi lugar? le preguntó con indiferencia. La ofrecería dinero. Ella ha venido aquí para apoderarse de su nombre, de su persona y de su fortuna.

Si el reuma no le tenía postrado, salía, casi todos los días, a pescar en un bote de su propiedad: horas y horas se pasaba el ex-capitán fondeado cerca de tierra, inmóvil, con el aparejo en la mano, dejándose tostar por el sol y azotar por el aire.

En esto entró don Claudio Fuertes, y se habló de otras cosas; y cuando llegó el momento de salir los tres a voltejear por la villa, dijo el boticario al comandante retirado: Si tocan ustedes en el muelle, enséñeles el yacht, aunque está fondeado un poco lejos. Ya van enterados de todo... Eso es. De tiros largos

A las dos fondo en 3 brazas de agua, 3 millas al O de donde estaba fondeado, y á este tiempo llegó la chalupa á bordo y trajo los dos que habian ido al reconocimiento, los que no pudieron llegar los árboles expresados, por los infinitos arroyos de agua salada y pantanos. Al anochecer tuve que meter el bote á bordo, por el mucho viento y marejada.

En Lisboa sólo pude escribirte unas líneas en una postal. Me faltó el tiempo. El tren llegó con retraso; luego el registro de los equipajes en la Aduana y el trasatlántico que estaba ya fondeado en el río, mugiendo a cada instante como el que no quiere esperar. ¡Y yo que soy tan torpe para los menesteres vulgares de la vida!... Recuerda cuántas veces te has reído de mi inutilidad en nuestros viajes... Nuestros viajes ¡ay! tan lejanos, ¡tan lejanos! que no cuándo volverán a repetirse... Por fortuna, encontré en el tren a un compañero: un tal Isidro Maltrana, tipo curioso, al que conocí vagamente en mis tiempos de bohemia heroica, y que va, como yo, a Buenos Aires. La identidad de nuestros destinos nos ha hecho intimar rápidamente. Hace unas sesenta horas que estamos juntos, y no parece sino que hemos andado apareados toda la vida.

Nos embarcamos, y seguimos aguas arriba, hasta la noche que nos acampamos en la orilla, bebimos agua dulce con alguna mezcla de salada, como la de la mar. Al amanecer volví á buscar el bergantin, que me tenia con bastante cuidado el tenerlo fondeado afuera, dejando el reconocimiento del rio principal para despues de tenerlo asegurado adentro.