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Actualizado: 27 de junio de 2025
La atmósfera de la cerrada habitación era de estufa: flotaban en ella espirituosos efluvios de bebidas, vaho de suculentos manjares, y el calor uniforme, apacible de la chimenea, y el leve aroma resinoso de los ardidos leños.
Hasta los más humildes tenían en aquel momento un poco de fuego y de cariño. De los interiores iluminados salían hálitos suaves de serena felicidad, y en el aire flotaban, como surgidas del fondo de los tiempos antañones, las melodías ingenuas de los villancicos pascuales. Por las calles, algunos perros vagabundos y nosotros.
En dos horas había hecho lo que antes costaba varias semanas. El malecón crecía por momentos. Todos alababan el acuerdo del Senado. Pero el profesor sintió deseos de llorar al ver á su amado en esta situación envilecedora. Sobre su cabeza flotaban continuamente unas cuantas máquinas aéreas llevando colgantes sus cables, flácidos y muertos en apariencia.
En este punto elevábase otra vez la cuesta, entre arboledas y grandes edificios, y cerraba la perspectiva, como un arco triunfal, la puerta de Alcalá, destacando su perforada mole blanca sobre el espacio azul, en el que flotaban, cual cisnes solitarios, algunas vedijas de nubes. Gallardo iba silencioso en su asiento, contestando al gentío con una sonrisa inmóvil.
Inclináronse uno tras otro sobre el remanso de la fuente, apartaron con la mano las hierbas que flotaban en la superficie y bebieron en la hoya, como pastores ó como cervatillos de la montaña. Después se miraron, se dieron la mano de amigos y se pusieron á departir alegremente recostados en la hierba.
El bien y el mal de cuanto había hecho se le aparecían como presente y no como desvanecido y pasado, y al mismo tiempo hacían irrupción en su espíritu, en tropel contradictorio y confuso, triunfos y derrotas, crímenes y virtudes, gloria y oprobio y mil portentosos lances y sucesos, que flotaban sin encadenamiento que los ligase, en un porvenir nebuloso.
En platos cóncavos de loza servían las criadas da la taberna las negras y aceitosas morcillas, el queso fresco, las aceitunas partidas, con su caldo en el que flotaban olorosas hierbas; y sobre las mesas veíase el pan de trigo nuevo, los rollos de rubia corteza, mostrando en su interior la miga morena y suculenta de la gruesa harina de la huerta.
Los comisionados italianos, con sus banderas y sus vítores, estaban ya en tierra, y lo mismo que ellos, los demás habitantes de Montevideo venidos al trasatlántico para saludar a los amigos. No quedaba en torno del Goethe ningún vaporcillo de pasajeros. Ahora eran fuertes gabarras las que flotaban junto a la nave. Movíanse ruidosamente las maquinillas de descarga.
Debajo del gorro blanco flotaban graciosos y abundantes rizos negros, una boca fresca y alegre sonreía, unos ojos muy grandes y habladores hacían gestos, unos brazos robustos y bien torneados, blancos y macizos, rematados por manos de muñeca, mostraban, levantándolo por encima del gorro, un pollo pelado, que palpitaba con las ansias de la muerte; del pico caían gotas de sangre.
A pesar de la intranquilidad de su corazón, hizo, sonriendo, un signo de cabeza afirmativo, y le tendió la mano, la pequeña mano fuerte y confiada que, si él era digno, le entregaría en breve, como esposa. El salón, lleno de animación y alegría algunos minutos antes, quedó solitario y silencioso. Solamente los perfumes que flotaban aún en el aire tibio, revelaban el paso de las lindas visitantes.
Palabra del Dia
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