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Actualizado: 27 de junio de 2025
Regalado preside á esta faena en la gran pomarada de D. Félix por ausencia de éste. Sentado bajo el árbol más copudo, rodeado de hermosas jóvenes y tañendo la flauta con destreza, semeja al dios Pan entre sus ninfas. Mas á veces deja la flauta abandonada y entonces las ninfas se ponen en guardia, porque siempre es con algún fin siniestro.
Algo extraordinario distrajo a Febrer de estos pensamientos. Seguían sonando la flauta, el tamboril y las castañolas, saltaban los danzarines, giraban las atlotas, pero en los ojos de todos brillaba una mirada de alarma inteligente, una expresión de solidaridad defensiva. Los viejos cesaban en su conversación, mirando hacia la parte que ocupaban las mujeres. «¿Qué es? ¿qué es?» El Capellanet corría por entre las parejas, hablando al oído de los bailarines.
Mete la mano más adentro y tropieza con el estuche de la flauta. D.ª Robustiana palidece, queda consternada. Un torrente de lágrimas se desprende al fin de sus ojos. Aquel pormenor musical acaba de aniquilarla. En esta triste situación la sorprendió Flora al entrar para darle los buenos días. Vuela hacia ella, la abraza y le pregunta anhelante qué le sucede.
En el norte de Francia, y en Paris sobre todo, el mendigo es una especie de artista harapiento: pide su limosna con organito, clarinete, flauta ó acordion, y el que pasa le da si quiere, sin necesidad de plegaria.
Sospechando en seguida por ciertos signos de dónde procedía el obstáculo, mientras engullía el almuerzo silenciosamente, arrojaba miradas furiosas sobre su esposa y Flora. En cuanto terminó se levantó con violencia del escaño, sacó la flauta de las alforjas y se fué camino del molino, donde había una molinera obesa con quien también daba celos á D.ª Robustiana.
Vi en la obscuridad brillar sus ojos negros, gozosos y blanquear las filas de sus dientes moriscos, y se huyó de repente mi tristeza. Sin embargo, dije exhalando un suspiro: ¡Oh! Si esto dura mucho tiempo, me voy a quedar como una flauta... Mira, las sortijas se me salen del dedo. Mejor, cuanto más delgadito menos galleguito.
Huyen del mustio viejo las Camenas; Si la flauta de Pan su labio toca, Allí perece el desmayado aliento, Sin convertirse en melodioso viento, Y la risa del sátiro provoca.
Creía que se bailaba en los salones la polka íntima que él, años atrás, había visto bailar en Madrid, con ocasión de cierto viaje curioso. En mi tiempo bailábamos de otra manera. El Arcipreste olvidaba de buena fe que él nunca había bailado más que con alguna silla. Eso sí; allá, cuando seminarista, había sido gran tañedor de flauta y bailarín sin pareja.
Pero ya que no la flauta, tenía la pluma: la pluma, que no hacía ruido, sino muy leve, al rasguear sobre el papel con aquellos perfiles y trazos gruesos, enérgicos, en claro-oscuro sugestivo, equivalente al timbre de una puerta o de una placa.
Al instante comenzó á llorar hilo á hilo quejándose amarguísimamente de su hermana Pacha, que aquella noche la había castigado con inusitado rigor en su misma cama, sólo porque Regalado había ido á tocar la flauta delante de su casa. Unos azotitos, ¿verdad? preguntó D. Félix pugnando por no reir. No; azotes no respondió inocentemente la coja.
Palabra del Dia
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