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Actualizado: 27 de junio de 2025
En el comedor, don Pablo Aquiles ocupaba todavía el sillón y misia Casilda había vuelto a sentarse en el sofá, sus manos de cera extendidas sobre la falda negra; se esperaba al niño, a Quilito, que había subido a su cuarto y nunca acababa de bajar a comer. La cocinera asomó dos o tres veces su cara encendida. Espere usted que el niño baje decía la señora con su voz de flauta.
Buscando, pues, algo que le llenara la vida, encontró una flauta. Era una flauta de ébano con llaves de plata, que pareció entre los papeles de su suegro. El abogado del ilustre Colegio, a sus solas, era romántico también, aunque algo viejo, y tocaba la flauta con mucho sentimiento, pero jamás en público.
La pareja, acompañada por el repiqueteo del tamboril, las cabriolas musicales de la flauta y la risa seca y estridente de las castañuelas, comenzó a moverse entre los grupos de atlots examinándolos. Tú, galán decía con paternal autoridad el más antiguo de la pareja , ¡brazos en alto! Y el designado obedecía mansamente, sin el menor intento de resistencia, casi orgulloso de esta distinción.
En los allegros se sacudía con fuerza y animación, extraña en hombre al parecer tan apático; los ojos, antes sin vida y atentos nada más a la música, como si fueran parte integrante de la flauta o dependiesen de ella por oculto resorte, cobraban ánimo, y tomaban calor y brillo, y mostraban apuros indecibles, como los de un animal inteligente que pide socorro.
Tal es Crishna en la tierra, como genio de paz y de amor, pero el acento blando de su flauta se trueca en el medroso resonar del clarín guerrero cuando su paciencia se agota, se despierta en su corazón la ira y se resuelve a librarnos del tirano Cansia. Terror de muerte invade y hiela entonces el ánimo de sus enemigos. Así es Crishna en la tierra, como hombre y viviendo vida mortal.
Luego en voz baja se autorizaron mil comentarios lisonjeros que llegaban a los oídos de D.ª Fredes y la arrullaban dulcemente. Un muchacho músico, discípulo del profesor de flauta, se atrevió a manifestar que sería lástima que tal preciosidad saliese nunca de los dominios españoles.
Durante un minuto dominaba sola, como un himno divino, una voz de tenor ó de soprano; luego otra de contra-alto, de mezzo-soprano, de barítono, de bajo profundísimo, ó la explosion de un coro de millares de acentos. Ya se sentia la vibracion clarísima de la cuerda ó de la flauta; ya la del clarin, de la corneta-piston, del tambor ó del estrombon.
Al volver hacia casa todas juntas, veían cómo en el cielo comenzaban a brillar las estrellas y escuchaban a los sapos, que lanzaban su misteriosa nota de flauta en el silencio del crepúsculo...
En el camarote del capitán, un inglés, con blanco casco a la cabeza, rodeado de damas que bebían cognac, tocaba melancólicamente en la flauta el aria de «Bonnie Dundée». Eran las once cuando bajé a mi cámara.
15 El que tiene oídos para oír, oiga. 16 Mas ¿a quién compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, 17 Y dicen: Os tañimos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. 18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.
Palabra del Dia
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