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Actualizado: 23 de julio de 2025
La perfeccion artística de los bustos y las figuras es tal, que el visitante se siente a veces tentado á saludar respetuosamente á esos personajes de cera ó entablar conversacion con ellos.
Armados, pues, de cuantos instrumentos ruidosos pudieron haber, con grandes trasparentes, donde aparecían pintadas las mismas grotescas figuras de la carroza con bestiales leyendas debajo, y teas en las manos, se congregaron más de trescientos muchachos en Altavilla, y alrededor de ellos media población que los alentaba con sus carcajadas. El estruendo era horrísono.
Pero, desgraciada, ¿de dónde quieres que saque yo ocho mil reales? Tú te figuras, por lo menos, que yo apaleo las onzas. Doña Manuela protestó. Vamos, que ocho mil reales no son una cantidad para arruinar a nadie. Además, ella prometía devolverlos a San Juan; y al ver que su hermano sonreía irónicamente, lo juró con la mano puesta en el exuberante pecho.
Sobre las consolas, reflejándose en los espejos azulados y profundos, mezclábanse figuras policromas de santos y péndolas del siglo XVII con figuras mitológicas. La bóveda del techo estaba pintada al fresco, con una asamblea de dioses y diosas sentados en nubes.
Se oía de vez en cuando: «¡Zopenco!»... «no tenéis pizca de educación»... «animal de bellota»... «¿Te figuras que estás en la taberna?» El marinero aguantaba la rociada con los ojos en el suelo. Una voz gritó desde el patio: Que lo lleven a la cárcel. Pero desde la cazuela contestó otra al instante: Que lleven también a Pepe de la Esguila. ¡Silencio! ¡Silencio!
28 Y vistió de oro los querubines. 29 Y esculpió todas las paredes de la Casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmas, y de botones de flores, por dentro y por fuera. 30 Y cubrió de oro el solado de la casa, adentro y afuera. 31 Y a la puerta del oratorio hizo puertas de madera de oliva; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas.
Al fin descansaré: bien lo necesito... Ya llegan los convidados, mi abuelita me manda que los reciba. Estoy preciosa esta noche... Entran ya. ¡Cuánta sonrisa, cuánto brillante, qué variedad de vestidos, qué bulla magnífica! y... en fin, ¡qué cosa tan buena! Hay una tibieza en el aire que me desvanece; me zumban los oídos, y en los espejos veo un temblor de figuras que me marea.
Era un tabernero de las Ventas, gallego, de recia musculatura, corto de pescuezo y rubicundo de color, que había hecho una pequeña fortuna en su tienda, donde bailaban los domingos criadas y soldados. No tenía mas que un hijo, y este muchacho, pequeño de cuerpo y de contextura débil, estaba destinado por su padre a ser una de las grandes figuras de la tauromaquia.
Aderezábanlas y dilatábanlas con dos ó tres entremeses, ya de Negra, ya de Rufián, ya de Bobo, ya de Vizcaíno, que todas estas cuatro figuras, y otras muchas hacía el tal Lope, con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No había en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y cristianos, á pie ni á caballo.
¿Qué aguinaldo quieres, monín?, le dijo pocos días antes de Navidad. Un nacimiento repuso el chico. Su abuelo fue con él a Santa Cruz, le dejó escoger cuanto quiso, pagó contento, quedó el niño gozoso, y dos criados trajeron a casa el peñasco lugar de la sagrada escena y la banasta llena de figuras de barro que habían de representarla.
Palabra del Dia
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