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Actualizado: 25 de junio de 2025


Se me ocurrieron dos cosas: una, la prudente, el ir a ver a don Ciriaco y pedirle consejo; otra, la que más halagaba mi vanidad, escribir diciendo que acudiría a la cita. Me decidí por lo último. Había entre los marineros de la Bella Vizcaína un chico de Cádiz, a quien llamaban el Morito, porque había estado en Tánger y solía llevar con frecuencia un fez rojo en la cabeza.

Con esto las demás familias judías determinaron pasar desde el puerto africano de Arcilla á Fez en Marzo de 1493; pero embarcadas algunas en naves de moros, estos en alta mar por la codicia de apoderarse de sus haciendas mataron muchas, i á las mas se contentaron solo con robar.

El magnánimo Príncipe hace pedazos los poderes, y el rey de Fez extrema sus rigores disponiendo que Don Fernando lleve pesadas cadenas, y que, como los demás esclavos más viles, ejecute los trabajos más penosos. La grandeza de alma del mártir, que, sin murmurar, sufre los dolores más intolerables, resplandece después en todo su brillo.

Allí echaron pie á tierra ciento i cincuenta personas, las cuales pidieron el bautismo, i recibido tomaron el camino de Castilla la Vieja. De Cartagena pasaron á Málaga los bajeles, i con pretesto de pedir bastimentos para proseguir su camino, desembarcaron 400 familias mas para cristianarse, i las demás navegaron luego á Fez.

Dos o tres veces hizo este viaje, en compañía del tagarino que había dicho. Tagarinos llaman en Berbería a los moros de Aragón, y a los de Granada, mudéjares; y en el reino de Fez llaman a los mudéjares elches, los cuales son la gente de quien aquel rey más se sirve en la guerra.

Vendíalo todo un israelita no mal parecido, ojinegro y cetrino mucho, con su fez árabe encarnado sucio, y sus pantalones bombachos; dulce, insinuante, levantino en todo, chapurreador de muchas lenguas y buen hablador de la castellana, que manejaba con soltura, incurriendo sólo en algún arcaísmo de vez en cuando.

Estos negros, formados en caravanas, los vendían a los comerciantes de esclavos, que los llevabau a Fez, Marrakesh y Tafilete. Era difícil comprender cómo Ryp y van Stein habían llegado a dominar a aquellos bandidos moros, crueles y cobardes; pero la verdad es que los tenían en un puño. Los moros nos hubieran hecho pedazos con mucho gusto, pero Ryp nos protegió.

El gran príncipe de Fez . Un Príncipe moro, reflexionando en un versículo del Corán, siente en su alma afición á otras creencias más elevadas, aunque no concretas, y abandona á su esposa y su patria para hacer una peregrinación á la Meca, y satisfacer su deseo. En su viaje cae cautivo en manos de cristianos, y confunde entonces el motivo misterioso de su peregrinación.

Allí estaba el narghilé, regalo de Sidi-Mohammed-Vargas, el embajador de Marruecos, y sobre primorosas mesitas de Fez, que no levantaban dos palmos del suelo, otras varias pipas en que Jacobo enseñaba a Currita a saborear el sueño voluptuoso del hatchis, y había inspirado a Diógenes, para designar a la hurí de aquel paraíso el gráfico nombre de la mona Jenny.

Contó Almudena que desde Fez había ido a la Argelia; que vivió de limosna en Tlemcén primero, después en Constantina y Orán; que en este punto se embarcó para Marsella, y recorrió toda Francia, Lyon, Dijon, París, que es mu grande, con tantos olivares y buenos pisos de calle, todo como la palma de la mano.

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